La demostración de Kylian Mbappé en la ida de los Octavos de Final de la UEFA Champions League fue un reclamo legítimo por el trono del futbol mundial.
Raúl Méndez | Simplemente Kylian
La demostración de Mbappé en la ida de los Octavos de Final fue un reclamo legítimo por el trono del futbol mundial.
En medio del morbo por su inminente marcha al Real Madrid en el próximo verano, el parisino dio cátedra en cada balón que tocó. No hubo manera de contenerlo y tuvo premio al final por no dejar de insistir.
Simplemente estuvo a la altura. Se debe todavía al Paris Saint Germain y brilló con luz propia, incluso por encima de Lionel Messi y Neymar en su reaparición.
No dejó dudas sobre su compromiso. A otros compañeros como Adrien Rabiot dejaron de convocarlos por no aceptar las propuestas de renovación. Kylian es Kylian y recibe otro trato.
Hoy se debe a los colores del PSG y si la próxima temporada cumple el sueño de vestirse de blanco no tuvo reparos en dejar claro su presente.
Ya advirtió que su futuro no depende de esta eliminatoria. No es habitual encontrarse con un jugador de ese nivel de inteligencia dentro y fuera del campo. En la entrevista posterior a pie de cancha sorprendió a todos con un español impecable que podría interpretarse como una pista más sobre su esperada decisión.
¡No imagino cómo lo despedirían del Santiago Bernabéu si se consuma el adiós del trece veces Champions! El recinto madridista se debatiría entre el sufrimiento por la eliminación prematura y la ansiedad por tenerlo cuanto antes como el nuevo galáctico.
Desde Catar no han reparado en seducirlo con dinero pero Kylian busca nuevos retos deportivos para saciar su hambre de gloria y no quedarse en su jaula de oro. La hipotética llegada de Zinedine Zidane para suceder a Mauricio Pochettino en el banquillo podría darle una razón para reconsiderar su permanencia.
La potencia que despliega es casi incontenible. Dani Carvajal y Lucas Vázquez siempre se quedaron atrás y en el gol ni Éder Militao o Thibaut Courtois, de gran partido ambos, pudieron detenerlo.
Ese arranque desenfrenado en espacio reducido hizo recordar al mismísimo Ronaldo Nazario para los nostálgicos. Un deleite ser testigos de su calidad ávida de grandes retos y exigencias en la década que está por venir. Tiene magia y gol desde cualquier punto de partida.
Apenas tiene 23 años y ya ha sido campeón del mundo. Apunta a la Orejona para aspirar al Balón de Oro y que comience el nuevo orden del futbol.
Hasta la próxima semana. Cuídense mucho, por favor.