Pueden decir que el fútbol es impredecible e imprevisible, y que justamente allí radica la belleza de este deporte. Todo muy romántico y, por suerte, válido en algunos casos. Sin embargo, esta premisa se vuelve irreal cuando hay tanta disparidad entre plantillas como, por ejemplo, las del PSG y el Anderlecht. O, por caso, las del Bayern Munich y el Celtic. ¿Cómo terminaron estas historias? Sin final feliz para la Cenicientas del Grupo B de la Champions. Los poderosos ganaron, uno -el PSG- se metió en los octavos de final y el otro -el BM- quedó a un pasito. El PSG aplastó a su rival, pero al Bayern le costó un poco más.
Una aplanadora llamada PSG: goleó, gustó y se clasificó a los octavos de final de la Champions
El conjunto francés le ganó 5-0 al Anderlecht y se metió en la próxima fase, aunque todavía restan dos jornadas. El Bayern Munich, por su parte, derrotó 2-1 al Celtic y quedó a un pasito de calificar en el Grupo B.
Nadie en su sano juicio podía suponer que el Anderlecht iba a obrar un milagro en París. Último en este grupo, sin puntos, con cuatro derrotas en la misma cantidad de partidos, con cero goles convertidos (sí, correcto, CERO) y con diez recibidos. El panorama, como se ve, no lucía alentador para imaginar una de esas hazañas deportivas que dejan huella.
Para colmo de males (para el Anderlecht), el PSG lo esperaba en su casa como líder de la zona, con estadísticas casi exactamente opuestas. Cuatro jugados, cuatro victorias, 12 goles a favor, cero (sí, correcto, CERO) en contra. Y una de esas victorias fue nada menos que ante el Bayern Munich, el único cruce que importa en este desbalanceado grupo.
El primer tiempo se jugó en el campo del Anderlecht, más precisamente en la zona que rodea su área. Si el gol tardó 29 minutos en llegar se debió a un par de factores. El primero es que el Paris Saint Germain no se empleó a fondo, como reconociendo públicamente que le sobraba para superar este compromiso y clasificarse a la fase siguiente cuando restan dos jornadas. La otra razón que hizo demorar la apertura del marcador fue que al PSG le faltó la puntada final. Pero creemos que se hicieron rogar a propósito…
En ese minuto 29 nació un verdadero golazo en velocidad. Combinación entre Mbappé y Neymar, con apertura para Verratti en la izquierda del área. Enganche y definición cruzada, con la pelota entrando pegadita al palo. Aplausos, risas de los jugadores del PSG y resignación en los del Anderlecht, como diciéndose que bastante habían aguantado.
A los 47, Neymar le clavó al rival la puñalada extra, casi traicionera, cuando los del conjunto belga ya pensaban –y hasta tal vez celebraban- que se iban al vestidor con un dignísimo 0-1. El brasileño hizo una carrera paralela al área de izquierda al centro para rematar con un cañonazo de derecha que el portero, lleno de impotencia, solo vio pasar.
En el segundo tiempo, el PSG hizo menos esfuerzos todavía. Así y todo estiró las cifras hasta redondear una goleada de 5-0 y con tres goles, históricos (para él), de Layvin Kurzawa. El lateral izquierdo puso el 3-0 a los 52 minutos tras pescar un rebote en el palo luego de un gran tiro libre de Neymar que el portero llegó a rozar. El 4-0 lo convirtió a los 72, con un cabezazo a quemarropa. Y el 5-0, el de su increíble hat-trick, llegó con un zurdazo fuerte y cruzado.
En el otro partido del Grupo B, Bayern Munich y Celtic pintaron un escenario similar en cuanto a diferencias futbolísticas, también impulsadas por la disparidad en el calibre de los jugadores de uno y otro bando. El único cambio fue que el poderoso jugó de visitante en Escocia y que no logró ganar con tanta holgura, incluso hasta sufrió un poco. El dominio lo tuvo, la posesión también, pero no resolvió tan fácilmente en cuanto al marcador.
El 1-0 para el equipo alemán, a los 22 minutos, fue un regalo de los centrales del Celtic tras un pelotazo desde 70 metros del portero Ulreich. Los defensas se durmieron, Kingsley Coman aprovechó para dejarlos en velocidad, eludir al desesperado arquero y definir con calma ante algunas piernas que intentaban salvar el error.
Desde ahí todo se hizo más cuesta arriba para el Celtic, que debía ganar para soñar con una clasificación. Apenas consiguió lo que parecía el comienzo de una epopeya, con el empate de Callum McGregor a los 74, después de una buena pelota filtrada por James Forrest. Pero el envión le duró solo tres minutos. En ese instante llegó un centro desde la izquierda para que Javi Martínez ganara de cabeza y pusiera las cosas en su lugar. Fue el 2-1 tranquilizador, aunque no tanto para el delantero, quien recibió en la acción un profundo corte cerca del ojo derecho.
Mientras el PSG ya espera en la ronda siguiente, el Bayern Munich puso un pie y medio en ella. Le sacó seis puntos a los escoceses cuando quedan la misma cantidad en juego. El fútbol no fue impredecible ni imprevisible.