Es como si Wembley se hubiera convertido en una máquina del tiempo de más de 66 mil personas en ella, la catedral del futbol era ahora sede de un experimento científico que le agrega una dosis de drama a una Euro de por sí ya angustiante: una Italia que recordaba a la del 2006 y una España que era la del 2008.
Italia 1-1 España: resultado, goles y resumen
Una valiente 'Furia' lleva al límite a una Azzurri que se impone en penales.
El conjunto italiano venció 4-2 en penales a los españoles después de igualar 1-1 en tiempo regular y regresar a una Final de la Euro.
La Azzurri apelaba a su estirpe legendaria, a su ADN que ha rechazado, aquel iniciado por Prandelli, potenciado por Conte, adoptado por Ventura y aterrizado por Roberto Mancini: acaparar la pelota, no rehusarle, apretar en campo contrario, no en el propio, el legendario Catenaccio que parecía morir poco a poco renacía en el sagrado lugar londinense en el balompié.
Más por obligación que por convicción, Italia se replegó gracias al juego de una Furia que hacía recordar la mayor gloria alcanzada por el futbol ibérico, aquella de multiplicación de piernas en el campo, del falso nueve, del "tiki-taka", del tocar y moverse, el de las dos Euros y un Mundial, el de Xavi e Iniesta. Busquets, gran sobreviviente de eso, volteó a ver a Pedri y Koke y les vio rostro de Hernández y Andrés.
El reto fue mayúsculo: España aniquiló a Itaia tácticamente, cerró espacios y la Azzurri estuvo lejos de su zona de confort. Con un Morata en la banca, Luis Enrique justificaba con un dominio brutal en Wembley su decisión y los italianos solamente esperaban un error para hacer daño, pacientes, con Locatelli en banca, Spinazzola en casa pero la mentalidad intacta.
Es un hecho: aquella España de gloria de hace una década podrá ser imitada, jamás igualada, y esa es una dura lección aprendida por una Furia que convirtió su ánimo en impotencia al no poder conseguir el gol. La eterna gloria del futbol, esa destinada solamente a no más de tres países, esa que podrá ser opacada por generaciones de oro del rival pero nunca desaparecerá, lo que permite ganar con el uniforme y el escudo, esa le pertenece solo a Brasil, a Alemania y a Italia y eso fue justamente lo que hizo el conjunto de Mancini.
Un balón de Donnaruma, sufrido ya por un par de intentos de Ferran Torres, inició un latigazo mortal concluido con un auténtico golazo de Federico Chiesa a los 60' para dar una cachetada de realidad a una España valiente, atrevida, ordenada, estoica, con 63 % de posesión pero sin gloria... hasta que entró Morata y, minutos después, a los 80', igualó el partido en Wembley para abrir la Caja de Pandora.
Por un momento, el esfuerzo español rendía frutos, el físico alcanzaba a pesar de que en Wembley se jugaba el tercer partido al hilo con tiempos extra para los de Luis Enrique. No importaba, hasta Laporte pisaba el área contraria ante una Italia que poco a poco desvanecía su presencia e historia y le rogaba a cualquier Madonna por la llegada de los penales... petición concedida.
Locatelli y Olmo abrían la dramática tanda con fallas para después, una cascada de aciertos que fue interrumpida por Álvaro Morata, el héroe del tiempo regular era el villano ahora, así como el futbol da y quita. Jorge Luiz Frello batió a Unai e Italia lo festejó por fin, al igual que en 2008 había resolución dramática pero con resultado distinto, el país de la bota vuelve a su hábitat natural: a una Final.
Mientras, una España quedó con la cabeza viendo al césped pero con un orgullo como pocos, tiene futuro y mucho, aunque en esta ocasión, la Furia roja no impidió lo que luce como un Renacimiento italiano.