La gimanasta de 46 años y ocho Juegos Olímpicos en su palmarés, Oksana Chusovitina, puso fin a una carrera que se extendió 20 años más de lo planeado. El punto de inflexión fue la leucemia que le detectaron a su hijo Ashler a los tres años, lo que llevó a la gimnasta a dejar Uzbekistán y competir con Alemania para curar a su hijo.
Chusovitina, la uzbeka que ganó con Alemania y curó cáncer de su hijo
Se retiró después de tres Juegos Olímpicos, pero la leucemia de su hijo la llevó de vuelta.
Se preguntarán ¿qué tiene que ver una cosa con la otra? Mucho. Tras ganar el oro en Barcelona 92 con el equipo unificado, Chusovitina compitió por su país en Atlanta y Sidney, a los 25 años y tras ser madre decidió retirarse, pero cuando su hijo enfermó se fue a vivir a Alemania para tratar su enfermedad con los mejores médicos.
Participó en Atenas 2004 y decidió dejar el deporte para centrarse en su hijo, sin embargo, ella y su marido no contaban con el dinero necesario, fue cuando Alemania le ofreció naturalizarse para guiar al equipo de gimnasia a Beijing 2008 y pagar el tratamiento de su hijo. Ashler superó la Leucemia.
En Los Juegos Olímpicos de 2008 llevó a las jovenes gimnastas alemanas a una buena participación y ella ganó plata en la prueba de salto. Salvó a su hijo del cáncer y se embolsó su segunda medalla olímpica 16 años después.
En Londres 2012 volvió a competir por Uzbekistán, pero no ganó medallas. Decidió retirarse para disftutar la adolscencia de su hijo, pero e espíritu olímpico la impulsó a competir en Río 2016 con 41 años y cerrar su ciclo en Tokyo 2020 con 46 de edad.
Tra no conseguir avanzar a la final, atletas y jueces se levantaron de sus asientos para aplaudirle y reconocer su labor como atleta en ocho Juegos Olímpicos, pero sobretodo, su labor como madre, el nunca desistir para curar la leucemia de su hijo y consagrarse como una deportista histórica de un legado perene.