CIUDAD DE MÉXICO.- El triunfo que América consiguió en Toluca tiene más beneficios que los tres puntos, pues están virtualmente en la Liguilla y ello derivará en mantener el ritmo de competencia rumbo al Mundial de Clubes, con lo que rompieron la “maldición” de los equipos mexicanos.
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El hecho de que las Águilas estén en la Fiesta Grande garantiza que, al menos, su último partido lo disputen el fin de semana del 28 y 29 de noviembre que es cuando se disputarán los partidos de Vuelta de Cuartos de Final.
En caso de quedar eliminados en esa fase, solo pasarían 15 o 14 días hasta su debut en Japón 2015, lo que sería el periodo de inactividad más corto que un equipo mexicano tendría desde el 2006 cuando América fue al Mundial de Clubes.
A EMULAR CAMINO DEL A2006
Existe la posibilidad de que América reduzca ese tiempo pues si avanza a las Semifinales del Apertura 2015 solo pasarían entre 7 y 8 días para comenzar el torneo organizado por la FIFA, el mínimo en la historia, pues su aparición será el domingo 13 de diciembre aún con rival por definir.
Dicho camino ya lo conoce el cuadro azulcrema que en su primera y única participación en un Mundial de Clubes en 2006, llegó a Semifinales del torneo local, y aunque perdió ante Chivas, solo pasaron 8 días sin partido.
APENAS EL CUARTO CLASIFICADO EN 10 AÑOS
Desde que FIFA tomó la organización del Mundial de Clubes en el 2005, 10 clubes mexicanos han representado a la CONCACAF, pero solo cuatro han avanzado a la Liguilla que en ese semestre se disputa.
América en el Apertura 2006 con las Semifinales, Pachuca en el Apertura 2010 sólo llegó a Cuartos, lo mismo que Monterrey en el 2012, aunque en el caso de los últimos dos pagaron el hecho de que la Final del balompié mexicano se había programado para que se jugara antes del Mundial de Clubes con la intención de que si llegaban Tuzos o Rayados no existiera empalme de torneos.
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Es Monterrey en el 2011 el que más tiempo pasó sin actividad oficial con 36 días; mientras que Pachuca y Atlante llegaron a tener una pausa de 28 días en el 2008 y 2009, respectivamente; situación a la que se le ha atribuido gran parte de los fracasos mexicanos en la competencia decembrina.
