Por Omar Carrillo H.
América, entre singularidades y defensas
Las Águilas siguen de líderes, equilibrando y sosteniendo su juego gracias a su defensa, pese al gol de Oribe Peralta.
La lluvia y el juego ríspido, y atropellado llegaron antes que el fútbol al Estadio Azteca. Igual América controló lo que se le presentó con personalidad y corrección, para volverlo todo a su favor y seguir de líder en el Apertura 2014.
Se sacudió la mala pasada -esos minutos finales desastrosos que gestaron la goliza- , mostrada ante Cruz Azul y ante otro poderoso, Monterrey, al que anudó primero y luego deshizo con los goles, se sobrepuso y fortaleció. Enseñó que, efectivamente ante La Máquina, fue sólo una mala tarde.
Y es que aunque su delantera apareció contra Rayados a cuentagotas, pese al gol de Oribe Peralta, su defensa se comportó de tan buena manera que equilibró la balanza y jaló al equipo como lo haría una cuadrilla de caballos a un carro romano, con fuerza y flexibilidad. Compactando el equipo cuando era necesario y alargándolo a la ofensiva.
No fue extraño que las mejores chances de gol salieran precisamente desde los arribos de Paul Aguilar y Osmar Mares por bandas. Y los centrales, también pusieran en peligro con sus arribos sorpresivos particularmente en los balones parados.
Porque debido al campo mojado, o a pesar de él, el primer tiempo se jugó a trompicones con entradas fuertes y de manera entrecortada, puro músculo y adrenalina, donde no se le vio cómodo a ninguno de los dos cuadros, pero las Águilas se acoplaron mejor y lo encauzaron a su conveniencia.
Ayudados por esa circunstancia, las Águilas anularon a Humberto Suazo y a Dorlan Pabón, una pareja peligrosa y explosiva que sostiene el ataque de los del norte y que los ubica en los primeros sitios del torneo. Una vez apuntalado el asunto, preocupante para Antonio Mohamed, América ganó en confianza y se fue por el partido.
Ya se sabe que las bandas son un punto vital en el accionar del América de Mohamed, sea con cinco atrás o con cuatro, como en esta ocasión o con Miguel Layún o sin él como ocurrió el sábado por la tarde en el Azteca.
Desde ahí, con Paul Aguilar, por derecha y con el cierre de Pablo Aguilar por el centro, las Águilas clarificaron el partido con el primer gol. El golpe fue duro e inesperado en el minuto 48 y Rayados nunca encontró la fórmula para contrarrestarlo.
Siguieron anudados en el medio campo y si Suazo, y Pabón apenas tuvieron algún chances, Zavala, Hernández, Cardozo, Silva tampoco pudieron quitarse los grilletes con un América flexible que lo mismo trasformaba su 4-4-2 a un 5-4-1 y atacaba a velocidad.
Así nació el segundo gol, Sambueza dio un largo servicio por el centro buscando a Oribe y éste, atento le ganó-robó el balón a Stefan Medina a los 80’ para dejar los cartones definitivos. Un gol de pura confianza de un lado y lapidario e inexpresivo para el otro.
A Rayados habría que observarle su falta de reacción y adaptabilidad a las circunstancias futbolísticas y de terreno de juego. Un 4-4-2 poco flexible y que sucumbió al juego físico del rival. Y a un Carlos Barra que hizo un par de cambios tardíos y poco efectivos.
América sigue teniendo problemas al frente, pero su defensa le equilibra los partidos. Y hoy más que nunca ha dejado en claro que lo de Cruz Azul fue una singularidad.