“El Estadio Azteca”, escribió el periodista Manuel Seyde en el diario Excelsior del 30 de mayo de 1966, “es el salto largo del futbol (en México) desde la tabla hasta el concreto graciosamente moldeado por Pedro Ramírez Vázquez”.
Así nació el coloso, 50 años del Estadio Azteca
El Estadio Azteca cumple 50 años y está de fiesta. Fue una obra monumental en su época que requirió años de esfuerzo y planeación. Se inauguró el 29 de mayo de 1966 en un juego entre América y Torino.
Aquellas palabras eran ciertas, porque antes del inmueble ningún proyecto arquitectónico y futbolístico en México había sido tan osado y de tanta magnificencia.
La obra fue apoteósica y finalmente se encargó a los arquitectos Pedro Ramírez Vázquez y Rafael Mijares. Se levantó en un terreno pedregoso, “para que tuviera unos sólidos y eternos cimientos”, en el antiguo ejido de Santa Úrsula sobre calzada de Tlalpan en la Ciudad de México.
Todo inicio el 17 de febrero de 1963, primero se dinamitaron 100 mil metros cúbicos de roca. Diariamente laboraron 10 arquitectos, 35 ingenieros, 17 técnicos y 800 operarios.
Para mayo de 1966 estaba prácticamente terminado, sólo faltaban detalles y una estructura metálica, a manera de techo, de 1200 toneladas de acero laminado en perfil con un volado que fluctuaría entre los 20 y los 50 metros, el cual todavía necesitaría más de un año en su elaboración y colocación.
“El Coloso” necesitó de 100 mil toneladas de cemento, 8 mil toneladas de varilla de alta resistencia y 7 mil toneladas de acero para sus 65 mil metros de construcción. Su área de construcción son 350 mil metros cuadrados, incluidos los estacionamientos. Con el material utilizado, según calculos de aquella época, se podrían construir dos mil casas de tres recámaras.
La longitud total del graderío, que albergaría a 100 mil personas y que lo colocaba como uno de los más grandes del mundo, era de 54 mil 839 metros.
El presupuesto inicial para la obra, escribió el diario Ovaciones del 26 de abril de 1966, era de 95 millones de pesos. Sin embargo para mayo del 66 ya se habían gastado más de 200.
El origen
El Estadio Azteca no fue un proyecto que se gestó de un día para otro. En el origen se señala a Guillermo Cañedo de la Bárcena que a principios de los años 50, en uno de sus múltiples viajes, descubrió un pequeño inmueble en el interior de Sao Paulo, Brasil, que había sido financiado con la venta de asientos a perpetuidad. La idea se le quedó en la mente
Tiempo después, Cañedo le contó lo visto a Alberto Alvo, directivo del Atlas, y tras una investigación de éste, incluido un viaje a Brasil, se construyó el Estadio Jalisco bajo el sistema financiero de venta de palcos y plateas a 99 años, fue el primero de ese tipo en México.
Cañedo era directivo del Zacatepec y de la Federación Mexicana de Fútbol. Con los años estableció amistad con Emilio Azcárraga Milmo, empresario de las telecomunicaciones en México, y le contó su idea de un estadio en la capital mexicana y la manera de financiarlo.
Y un día, probablemente a finales de la década de los 50, Azcárraga Milmo se reunió con periodistas y, seguramente, arquitectos en un restaurante ubicado en la calle La Fragua en la Ciudad de México y se le escuchó decir, “yo no sé nada de fútbol, pero quiero hacer algo grande para el fútbol...haga usted un estadio”, según documenta el diario Ovaciones en mayo de 1966.
Azcárraga Milmo encabezó al grupo de personas que levantó el inmueble. Habló con los clubes capitalinos y el 5 de abril del 60 nació Fútbol del Distrito Federal, que agrupó a los clubes América, Atlante y Necaxa e hicieron posible el escenario futbolístico.
Pedro Ramírez y Rafael Mijares consiguieron el contrato para edificar el inmueble tras un concurso. El nombre también le vino de otro concurso, que otorgó al ganador una platea por 99 años.
Todo aquello sirvió para que Guillermo Cañedo se lanzara decididamente por la sede del Mundial de México 70.
El Estadio Azteca fue su estandarte. Llevó al congreso de FIFA en 1962, realizado en Chile, maquetas y proyectos y en el 64 el mismo Congreso, en Japón, otorgó la sede del Mundial a México.
La inauguración
Emilio Azcárraga Milmo anunció de manera oficial, el 12 de mayo de 1966, que el estadio sería inaugurado por el presidente Gustavo Díaz Ordaz y que el primer partido sería entre América, “por ser el equipo más antiguo de la capital” y el Torino, de Italia.
Todo ello en el marco de una serie de encuentros internacionales que incluyó también al Necaxa, Atlante y Valencia, de España. Previamente ya se conocía la fecha del primer evento en el inmueble, el 29 de mayo.
Los primeros boletos para asistir al estadio curiosamente se vendieron en el Parque del Seguro Social, un campo de beisbol, el día 25 de mayo. Las taquillas del Coloso de Santa ürsula abrieron hasta el día 26 y el 27 quedaron agotadas las localidades.
El 26 de mayo, a las 22:50 horas, llegó el Torino italiano por la línea aérea Lufthansa. Nereo Rocco era su director técnico y dijo a su arribo: “será un orgullo para el Club Torino jugar en el partido de inauguración del Estadio Azteca, del que se tienen noticias que es fabuloso”.
El día esperado por todos llegó. Y el caos con él. Nadie sabía con certeza los tiempos para los desplazamientos, por donde entrar, la ubicación de los palcos, de los estacionamientos.
Hasta el mismo presidente y sus acompañantes (Azcárraga Milmo, Ernesto Uruchurtu, regente de la ciudad, y Guillermo Cañedo) llegaron tarde. Salieron de Los Pinos a las 10:30 de la mañana y llegaron al inmueble justo al medio día, cuando tenían programado hacerlo una hora antes.
“Algo tenían que sacrificar los que iban a asistir a la primera reunión plena en el Estadio Azteca”, escribió Seyde en su crónica del día siguiente, “es un recuerdo, señor, para disparárselos a los nietos cuando llegue el momento de contar cuentos...”.
Díaz Ordaz develó una placa alusiva a la inauguración y fue conducido al campo donde una valla hecha por los jugadores del club América, Atlante y Necaxa, lo esperaba. Tras los debidos honores al presidente, los capitanes de Atlante (Héctor González Larrasolo), América (Pedro Nájera) y Necaxa (Tomás Marcos) dieron la bandera de México a Díaz Ordaz para que la izara.
A las 12:25, casi media hora tarde, arrancó el duelo antre América y Torino. Justo a los 10 minutos de acción, el brasileño Arlindo escribió su nombre como el primer hombre en hacer un gol en el Estadio Azteca. Al final el encuentro terminó empatado a dos anotaciones.
Aquella tarde del 29 de mayo de 1966, aún con una incipiente historia, el mejor halago para el coloso que acababa de abrir sus puertas y que 50 años después es legendario, vino de Nereo Rocco, técnico del Torino.
Tardó varios minutos en ingresar a su vestuario tras el final del partido y explicó el porque, “es que me quedé admirando la magnitud del Azteca”.