Por Omar Carrillo H.
Tigres 3-0 Pumas: Tigres muerde tres veces y despedaza a Pumas
Universidad fue avasallado ante unos Tigres que enseñaron su poder en todo su esplendor. La vuelta de la final se jugará el próximo domingo en el Olímpico Universitario.
Monterrey, MÉXICO.- Pumas fue un amasijo futbolístico carente de forma, pero sobre todo de fondo cuando no podía ni debía desfigurarse: en una final. Ya había sospechas -ante América dio señales inequívocas- de un bajón en su curva de rendimiento en la Liguilla y el fútbol de Tigres le hizo pedazos como lo haría una bala de cañon chocando con una de cristal.
Porque la gente de Tigres, la de peso y talento, brilló como se tenía presupuestado. Gignac, Aquino y Damm tienen un triángulo perfecto al frente. Un equilátero destructivo y penetrante, engañosamente ligero, pero insospechadamente pesado. Sóbis viene algo más atrás y complementa con su técnica, y precisión también con su pegada.
Dueñas y Pizarro en el medio campo no dieron una zancada inútil, adelantando siempre y lanzando a velocidad o en paredes o dando la pausa necesaria. Siempre había alguien a quien encontrar delante de ellos.
Lo de Pumas fue una trampa mental aplicada a sí mismos. La calma transformada casi en dejadez -que les funcionó contra América por los pelos- les dejó sembrados sobre el campo del Universitario ante un equipo que no conoció contemplaciones ni miramientos mucho menos respiros ni en su fútbol ni en su estado anímico.
Guillermo Vázquez no supo cómo hacerse del medio campo ni del balón, intuyó que parando su equipo retrasado y haciendo jugar a sus delanteros a velocidad -tal y como lo hizo ante las Águilas- podría darle dividendos, alguna renta por mínima que fuera. Pero Aquino y Damm son dos flechas por las bandas y desde ahí los de la UAdeNL sembraron su victoria.
Es cierto que el árbitro, José Alfredo Peñaloza, se inventó un penal de Cortés sobre Sóbis y Gignac puso en ventaja al local a los 15 minutos, pero la reacción inexistente de Universidad dejó en evidencia su carencia emocional extendida a su fútbol.
Lo que vino después fue sólo una suma de las circunstancias. De los momentos de cada conjunto. De un Tigres tirado a matar, creyendo en sus posibilidades de ser campeón y de un Universidad contemplativo con fallas donde se le viera. A destiempo y poco coordinado como si se hubiera brincado de la final directamente a la pretemporada.
A los 29, Sóbis se coló por derecha dio el esférico a Damm que metió un centro al segundo poste y Aquino pateó al arco para el segundo gol.
De una posible reacción de los Pedregal, de nueva cuenta, no se supo. Cabizbajos y lánguidos prácticamente confundidos, ausentes ya tenían un peso inmenso para viajar al duelo de vuelta el domingo en CU.
La historia fue cíclica en un juego desfundado por Pumas y aprovechado por Tigres. El dominio fue futbolístico, pero sobre todo anímico de “Tuca” Ferretti y sus hombres. El tanto de Sóbis, a los 60, tras un rechace de Palacios a un tiro de Gignac, fue una muestra de ello. Fue un golpe futbolístico, pero sobre todo de autoridad.
Los 30 minutos destantes fueron más de lo mismo, pero sin goles de un Tigres disfrazado de campeón incluso antes de jugar los últimos 90 minutos y de un Pumas entrampados en sí mismos.