Chasing Niagara, o la vida y la muerte vistas desde un kayak

La palabra Niágara tiene su origen de la comunidad iroquesa, nativos de América del Norte, y quiere decir trueno de agua. Exactamente, presenciar esta maravilla del planeta es como dar fe de un trueno líquido tan imponente como temerario.

Ideas como tirarse por las majestuosas cataratas del Niágara prácticamente resultan sentencias de muerte, ideas que rayan en la locura pues implica enfrentarse a un grupo de 3 cataratas situadas en parte de la frontera entre Estados Unidos y Canadá, así como a una caída de 51 metros de altura, 167 pies, entre 567,811 litros de agua por segundo.

Chasing Niagara es un filme que narra cómo el atleta extremo Rafa Ortíz, mexicano quien junto al director del filme, también deportista extremo y, más importante, su amigo Rush Sturges, buscan contar una historia que supere todo lo hecho hasta ese momento. Es una historia que termina por dejar de lado la perspectiva del atleta, del kayak, y te lleva a compartir una visión humana y pura.

“La verdad mi formación (como kayakista) fue autodidacta, por mi cuenta, por eso es que tengo un estilo diferente al de la mayoría de los kayakers”. Esa diferencia de Rafa con sus colegas se nota en todo ámbito de su vida, es la que lo llevó a buscar mayores retos a los del promedio, pero también la que le hizo aceptar el momento en el que era tiempo de decir no.

Para los amantes de la aventura y la adrenalina, las cataratas del Niágara son un reto equiparable o mayor a ascender el Everest, el verse cara a cara con la muerte puede despertar diversas sensaciones, incluso la de vivir al máximo pese a que la forma de hacerlo signifique perder la vida en un instante.

Cerca de 20 personas han intentado tirarse por estas cascadas, la primera fue Annie Taylor, quien en 1901 y con 63 años usó un barril para salir con vida. El último que lo realizó usando un kayak fue Jessie Sharp en 1990. No se recuperó su cuerpo.

Eso nos lleva a 2011 y a un sueño que luego de varios años y diversas experiencias terminó en una película, una historia que merecía contarse, un recorrido no necesariamente desde un punto de vista del deporte extremo, sino el de una retrospectiva del ser humano y su capacidad de crecer en todo sentido.

“Terminé viviendo un proceso de madurez como consecuencia de una experiencia paralela, ahora sé que no soy el mismo de hace unos años y el haber dicho no (a saltar las cataratas del Niágara) pasó a ser lo que quería en ese momento, no me arrepiento de la decisión que tomé en ese momento”, asegura Ortiz.

Y es que justo a horas de que Rafa iba a llevar a cabo el reto más grande de su vida, algo cambió en su mente y, luego de años de preparación tanto suya como de todos los implicados que decidieron apoyarlo en semejante misión, él dijo “esto ya no es lo que quiero”, pensando tanto en él como en cada persona implicada, ya que ese punto marcaba un antes y un después para la vida de todos.

“Finalmente no podía seguir pensando sólo en mí, estaba poniendo en riesgo a muchas personas, ponía en riesgo el presente y futuro de todo mi equipo de seguridad, mis amigos, toda la gente que me acompañó en ese reto. Lo peor que podía pasar no sólo era que yo muriera en el Niágara, también que mi equipo podía acabar en la cárcel”, reflexión que muestra la madurez tanto del deportista extremo como del hombre.

Amante del deporte extremo o no, Chasing Niagara resulta una historia imperdible del que, por encima de la adrenalina que generan sus imágenes y la belleza de cada rincón natural en el que Rafa se preparó para su mayor reto profesional, el verdadero aporte que le deja al espectador es una historia de vida con la que se pueden identificar todos.