El retiro de la candidatura de Budapest 2024 es un golpe durísimo al olimpismo
La capital de Hungría proponía un modelo de Juegos Olímpicos de bajo costo que permitiría ser sede a países de economías emergentes
Los Juegos Olímpicos están noqueados por gigantismo. En algo que no se había visto en 35 años y pocas veces en el último siglo, sólo dos ciudades quedan en competencia por la sede de la edición de 2024, luego de que Budapest anunció el retiro de su candidatura.
La última vez que una o dos ciudades presentaron su candidatura para ser sede olímpica ocurrió en 1981, para los Juegos de 1988, asignados a Seúl, que derrotó en la votación a Nagoya, Japón. Para ser anfitrión en 1984, elegido en 1978, la única opción fue Los Angeles.
Budapest retira su candidatura a los Juegos de 2024
Con la renuncia de Budapest, sólo quedan en carrera Los Angeles y París. Boston, Roma, Hamburgo y ahora la capital húngara han renunciado al proceso y con más de seis meses para la elección, no descartemos que los Juegos de 2024 corran la misma suerte que los de 1984.
Un golpe duro al olimpismo que apuesta (¿apostaba?) por un giro en el timón a lo visto en las últimas dos décadas: una reducción en los costos de la organización, mejor planeación futura de las sedes olímpicas y poder darle a más países la oportunidad de albergar los Juegos.
Budapest encerraba ese ideal. Unos Juegos que volvieran a los orígenes, donde lo deportivo fuera la primera prioridad y que no se convirtieran en una losa financiera para los países organizadores.
La candidatura de Budapest proponía un presupuesto de entre mil 800 y 3 mil 600 millones de dólares. ¿Es mucho? Pongamos contexto: Beijing 2008 costó 44 mil millones (12 veces lo de Budapest) y para Londres 2012, que en su momento fueron Juegos considerados austeros, se invirtieron 14 mil 500 millones (4 veces).
Río 2016 no fue una buena experiencia en ese sentido. En plena recesión en Brasil, el presupuesto alcanzó los 12 mil millones de dólares para todos los proyectos relacionados con los Juegos. Sin mencionar la crisis política y de corrupción que provocó la dimisión de la presidenta Dilma Rousseff.
Pero más allá de eso, las candidaturas que quedan son, como se dice por ahí, "pan con lo mismo": países desarrollados con capacidad de presupuestos gigantes. Y no sólo eso: Los Ángeles y París, sea el que sea elegido, albergarán sus terceros Juegos y podrían ser votados en medio de crisis migratorias y de seguridad.
En Estados Unidos, el gobierno de Donald Trump promueve políticas proteccionistas que han afectado la migración, principalmente desde países de mayoría musulmana, además de la confrontación manifiesta con México, nación con la que comparte el corredor migrante más grande del mundo.
Francia tendrá elecciones presidenciales el 23 de abril y un posible triunfo de la ultraderechista Marine Le Pen amenaza con políticas similares a las de Trump. Le Pen está proyectada según las encuestas para tener mayoría en la primera ronda de votación, pero perdería en la segunda. Sin embargo, tras la experiencia de la elección en Estados Unidos, ya sabemos que las encuestas no son infalibles y no podemos descartar su llegada a la presidencia.
¿Por qué me metí en estos temas políticos si este artículo es deportivo? Imagínense la escena de septiembre próximo en Lima, Perú, cuando la Asamblea del Comité Olímpico Internacional tenga que elegir entre dos países que están en contra de manera tajante del principio de universalidad del movimiento olímpico? No, no es poca cosa. Muchos años ha costado que el mundo del deporte pueda representar un espacio de tregua entre los enemigos y fraternidad.
París tendría cierto favoritismo sentimiental, ya que precisamente en 2024 se celebran los 100 años de sus segundos Juegos. En su contra, los atentados terroristas ocurridos en su territorio durante los últimos dos años, que aumentarían de manera considerable los costos en seguridad, lo cual también puede preverse que ocurra en Estados Unidos, tras el reforzamiento de su seguridad interna después de los atentados del 11 de septiembre de 2001.
Será hasta 2028 cuando podamos, quizás, ver algo diferente. Por lo pronto, los Juegos Olímpicos permanecerán como un producto para las élites.