Golf

    El último Masters de Tiger Woods, una victoria personal

    A un año de la gran proeza en Augusta, el legendario golfista recapitula lo acontecido entonces.


    Por:
    TUDN

    Tiger Woods después de triunfar en The Masters de 2019.

    Imagen Kevin C. Cox/Getty Images
    Tiger Woods después de triunfar en The Masters de 2019.

    Tiger Woods salió caminando del green del hoyo 18 como campeón del Masters de Augusta por quinta ocasión, y con ello su título 15 en un torneo grande del golf, pero la sensación era totalmente diferente.

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    Más memorable que cualquiera de sus golpes, el hierro 8 con el que embocó el 16to hoyo (el momento decisivo), fue su andar resuelto para encontrarse con su hijo, alzando a Charlie con ambos brazos.

    Después fue el turno de su madre. Su hija. Sus leales colaboradores. Y finalmente un grupo de jugadores que le esperaban afuera del club, algunos con chalecos verdes. Habían estado en el vestuario reservado para los campeones, pero no podían perderse el momento de saludar al flamante campeón.

    “Eso quedará grabado en las mentes de la gente por siempre”, dijo Rickie Fowler el mes pasado, dos días antes que The Masters fue pospuesto debido a la pandemia de COVID-19. ¿Su mayor victoria?

    Cuesta evaluarlo con respecto a su primer título del Masters en 1997, triunfo con el que irrumpía ante el mundo. Woods fijó 20 récords y daba comienzo a una era de supremacía sin precedentes en el golf. ¿La más histórica?

    Su victoria en la edición de 2001 en Augusta le permitió barrer los cuatro Majors en un lapso de 294 días, en una hazaña que nadie ha sido capaz de emular.

    El más reciente triunfo no dejó de ser impactante por su significado para Woods, para el deporte, para sus colegas quienes crecieron viéndole como un ídolo y para una audiencia global que creía que algo así no volvería a ocurrir.

    “Me encontré con un caudal increíble de correos electrónicos y mensajes de texto”, contó Woods en una teleconferencia reciente. “Pero más me sorprendió la cantidad de videos de gente viendo el Masters y ver su reacción con mi golpe en el 16 o cuando me salió ese putt, ya sea en aeropuertos o restaurantes. La emoción de la gente fue lo que conmovió”.

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    Fueron tres ocasiones que Wembley se rindió ante Queen. Nos demostraron que la música podía ayudar a cambiar al mundo y el escenario no podía ser mejor.
    El ‘Viejo Wembley’, en su partido inaugural, recibió a poco más de 126 mil espectadores. Se jugó la final de la FA Cup entre Bolton Wanderers y West Ham United el 28 de abril de 1923. La impresionante obra arquitectónica de Simpson, Aryton y Williams, fue rebasada en su capacidad por 30 mil aficionados.
    La policía montada, en particular un binomio destacado con un caballo blanco despejó la cancha para que, después de 45 minutos, iniciara el encuentro. Por esa anécdota se le recuerda al partido como ‘La Final del Caballo Blanco’, en la que Bolton levantaría el trofeo tras vencer 2-0 a West Ham y la historia del Coloso Londinense estaba por comenzar.
    Los Juegos Olímpicos de 1948, cinco finales de Copa de Campeones de Europa y la Copa Mundial de Futbol de 1966 fueron los eventos deportivos más importantes que albergó el complejo. Tuvieron que pasar casi 50 años para que abriera las puertas a la música.
    En 1969, la banda de rock progresivo ‘Yes’ inauguró el recinto en su faceta musical y en 1972, Wembley recibió el primer festival musical en su historia: ‘The London Rock & Roll Show’. Doce años más tarde, comenzaría el amor entre Queen y Wembley.
    Freddie Mercury, hincha del Manchester United, pisó el césped del mítico Wembley por primera vez el 13 de julio 1985 al participar en el festival simultáneo Live Aid. El concierto buscaba combatir el hambre en África tras una sequía de dos años en aquel continente.
    El megaconcierto con sedes en Wembley y en el desaparecido John F. Kennedy Stadium de Estados Unidos, tuvo una duración de 16 horas y la participación de 69 artistas; además de tener una audiencia mundial de 1,500 millones de espectadores.
    Bastaron 20 minutos para que las 72 mil almas asistentes a Wembley se rindieran ante Queen. Bohemian Rhapsody, Radio Ga Ga, Hammer To Fall, Crazy Little Thing Called Love, We Will Rock You y We Are The Champions, fueron los temas con los que esa noche conquistaron Wembley.
    La participación de Queen en aquel festival fue tal, que algunos críticos la consideran como la mejor actuación de la banda en su historia. De hecho, el filme biográfico del líder de la banda toma ese suceso como eje para contar la vida de Freddie.
    Un año después, el 11 y 12 de julio de 1986, Queen volvería al mítico estadio. La gira ‘Magic Tour’ tenía destinada una escala en Londres, pero al agotarse las 100 mil entradas de la primera fecha, decidieron abrir la segunda. Nadie sabía que era la última vez que Queen giraría por el mundo.
    Para entonces ya existían rumores sobre la separación de la legendaria banda de rock. El concierto fue grabado y editado para venderlo en todo el mundo. Interpretaron 28 temas en cada día de concierto y la comunión entre los asistentes y Freddie no tuvo comparación.
    Mercury, quien naciera en la actual costa de Tanzania, falleció el 24 de noviembre de 1991 y, aun así, Wembley volvería a retumbar una tercera ocasión. El espíritu de Freddie encarnó en todos los participantes del festival ‘The Freddie Mercury Tribute Concert for AIDS Awareness’, un concierto para la concientización sobre el sida.
    Metallica, Guns N’ Roses, David Bowie, Elton John, y Robert Plant, entre otros, participarían en el magno concierto el 20 de abril de 1992. El ‘set list’ de aquel concierto fue de 30 éxitos, algunos interpretados por los miembros sobrevivientes de la mítica banda.
    Aunque el estadio cerró en el 2000 y dos años más tarde fue demolido, el romance entre La Catedral del Futbol y Queen es una historia que será recordada siempre que se habla de música y futbol.

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    Imagen Twitter | @QueenOnlineBr
    Fueron tres ocasiones que Wembley se rindió ante Queen. Nos demostraron que la música podía ayudar a cambiar al mundo y el escenario no podía ser mejor.

    Eso fue lo que hizo diferente a este Masters con respecto a los otros cuatro, a este torneo grande con respecto de los otros 14.
    Woods no fue el mismo el resto de la temporada de las grandes citas. Apenas jugó nueve hoyos de práctica en el campo de Bethpage Black y no pudo pasar el corte en el Campeonato de la PGA. Nunca entró en carrera en el Abierto de Estados Unidos en Pebble Beach, sitio donde se consagró por 15 golpes, su récord más intocable. Tampoco sobrevivió el corte en el Abierto Británico.

    Se tuvo que operar otra vez la rodilla para reparar un daño leve de cartílago. Volvió a ganar, esta vez en Japón, para igualar el récord de victorias del PGA Tour con 82.

    En sus dos torneos este año, con clima frío en California, no dio muestras de ser el vigente campeón del Masters. Al acusar molestias en la espalda, se bajó de tres torneos que usualmente disputa. Y ahora el golf está paralizado, algo que Woods, con 44 años, considera le hará bien a su cuerpo.

    Woods ha observado el Masters del año pasado varias veces y grabó un segmento para la televisión estadounidense para ser transmitido el domingo ante la ausencia del torneo este abril.

    Cada vez que Woods ganaba un grande, incluso el primero de sus 15, era acercarse al récord de 18 de Jack Nicklaus. Este fue diferente. Este generaba más satisfacción y redención que la ambición por más. Woods dijo que sus hijos solían describirle como el golfista de “YouTube” ya que nunca le habían visto en su mejor forma.

    Estuvieron presentes en Carnoustie en el verano de 2018 cuando lideró por breves momentos el Abierto Británico. Le acompañaron en el Augusta National, y eso tuvo un mayor significado que el chaleco verde que lució, chaleco, según contó, se pusieron a pelear para ponérselo en el vuelo de vuelta a casa.

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    “Ha sido increíble para mi familia ser parte de esto, y en mi caso de ser el actual campeón del Masters, fue una locura que todo se conjugó en una semana”, dijo. “Una semana mágica”.


    El 17 de enero de 1942, en Louisville, Kentucky, nació Cassius Marcellus Clay Jr. Su primer gran logro fue en los JJOO de 1960 al conseguir la medalla de oro. Cuatro años más tarde se proclamó campeón de los pesos pesados como profesional y, eventualmente, se convertiría en el mejor boxeador de todos los tiempos.
    Tras derrotar a Sonny Liston por los títulos de la AMB, NYSAC y CMB, anunció que cambiaría su nombre por ‘Cassius X’ (inspirado en Malcom X) y días después lo volvió a cambiar por ‘Muhammad Ali’, nombre conferido por el líder de la Nación del Islam de aquellos años.
    El récord profesional del presumido, carismático y mítico boxeador, se resume en 56 victorias (37 por nocaut) y cinco derrotas. Sus combates más recordados fueron ante Joe Frazier y George Foreman. Pero los mejores momentos de Muhhamed no se limitaron a los cuadriláteros.
    Ali, quien fuera víctima del racismo en numerosas ocasiones a lo largo de su vida, no se incorporó al ejército estadounidense para el conflicto bélico de Vietnam en 1967. Decisión que lo despojó de su licencia para boxear tres años.
    “Dispararles, ¿por qué? Nunca me llamaron negro, nunca me lincharon, no me atacaron sus perros, no me robaron mi nacionalidad, no violaron ni mataron a mis padres. ¿Cómo puedo disparar a esa pobre gente? Simplemente llévenme a la cárcel”, declaró.
    Siempre aprovechó su influencia mediática para defender a las minorías; en particular a los conflictos raciales en el mundo. Sus conceptos fueron tan potentes como sus puños. Arremetió contra la política y la esclavitud. Tuvo encuentros con los líderes Fidel Castro y Nelson Mandela, por quienes sentía una profunda admiración.
    El que ‘flotaba como mariposa y picaba como abeja’ fue diagnosticado con Parkinson a los 42 años, poco después de su último combate. La enfermedad neurodegenerativa, también llamada parálisis agitante, se caracteriza por aumento en el tono muscular, temblor y pérdida del control de la postura.
    Encendió el pebetero de los JJOO de Atlanta 1996 y el avance de la enfermedad era evidente. El mal de Parkinson lo aquejaría durante tres décadas. Durante ese tiempo, Muhammad se dedicó a crear conciencia sobre la enfermedad que, para ese tiempo, no era tan conocida.
    Uno de los actos más grandes de amor que Ali tuviera por la humanidad, sucedió en 1997. Junto con el filántropo Jimmy Walker y el médico Abraham Liberman, fundaron el Muhammad Ali Parkinson Center.
    La fundación con sede en Arizona no hace distinciones étnicas ni raciales para atender. De hecho, existen programas integrales de servicios en español, dada la comunidad hispana que radica en Estados Unidos. La condición socioeconómica tampoco es una limitante para atender a los pacientes.
    Aunque no se conoce con exactitud cuál es el factor determinante para desarrollar la enfermedad, los médicos opinan que la combinación entre genética y factores ambientales puede derivar en el mal de Parkinson. Incluso, algunos afirman que los golpes que recibió Ali a lo largo de carrera no causaron la enfermedad.
    Aun no hay cura para el Parkinson, sólo medicamentos que ayudan a mitigar los malestares y así prolongar el tiempo de vida del paciente. Si bien ‘El campeón del pueblo’ falleció al tercer día de junio de 2016, su legado es inmortal.

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    Imagen Dieter Endlicher/AP
    El 17 de enero de 1942, en Louisville, Kentucky, nació Cassius Marcellus Clay Jr. Su primer gran logro fue en los JJOO de 1960 al conseguir la medalla de oro. Cuatro años más tarde se proclamó campeón de los pesos pesados como profesional y, eventualmente, se convertiría en el mejor boxeador de todos los tiempos.
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