RÍO DE JANEIRO, Brasil, Abr. 23, 2016.- Con el objetivo de evitar los grandes derroches de otras citas olímpicas, la alcaldía de Río de Janeiro optó por un proyecto marcado por la inversión privada y la reutilización para no dejar 'elefantes blancos', esas grandes instalaciones susceptibles de no tener utilidad pasados los Juegos.
La austeridad, clave en Juegos de Río
Brasil opta por un proyecto marcado por la inversión privada y la reutilización de las instalaciones deportivas para no dejar 'elefantes blancos'
Bajo estas premisas, el alcalde de la 'Cidade Maravilhosa', Eduardo Paes, negoció con consorcios y empresas privadas para que asumieran el 57 % de los más de 2.000 millones de dólares necesarios para la construcción y aclimatación de las instalaciones olímpicas.
Esta medida, que se antojó aún más necesaria tras la deriva de la economía brasileña en los últimos años, también acabó provocando problemas inesperados.
El escándalo de corrupción que desde hace meses sacude a la estatal Petrobras salpicó a algunas de las mayores constructoras del país, muchas de ellas involucradas en el proyecto olímpico, que vieron cortadas sus líneas de crédito o sufrieron momentos de incertidumbre tras la detención de algunos de sus principales directivos.
Esta situación provocó atrasos en algunas obras e, incluso, el aplazamiento de los eventos test previstos para poner a prueba el correcto funcionamiento de las instalaciones.
El escándalo alimentó además las suspicacias de una población especialmente sensibilizada con los desvíos de fondos públicos.
Sin embargo, pese a las reservas, las autoridades fueron cumpliendo con la mayoría de los plazos de entrega, en buena parte porque el grueso de las instalaciones deportivas estaban ya construidas debido a la celebración de los Juegos Panamericanos, en 2007.
Las instalaciones deportivas para los Juegos de Río 2016, que comenzarán el próximo 5 de agosto, se concentran en cuatro polos: el barrio de Barra de Tijuca, el Complejo Deportivo de Deodoro, la zona sur de la ciudad y las proximidades del estadio Maracaná, en el centro.
El epicentro será Barra de Tijuca, en la costa oeste de la ciudad, donde se encuentran tanto el Parque Olímpico como la Villa de los Atletas.
El Parque Olímpico contará con algunas instalaciones construidas para los Panamericanos de 2007, como el Centro Acuático Maria Lenk o la Arena Olímpica de Río.
Otras, como el pabellón Arena do Futuro, serán desmontadas a partir de octubre, tras los Juegos Paralímpicos, y sus materiales serán reutilizados en la construcción de escuelas.
En total, quince instalaciones acogerán 23 modalidades olímpicas y, en septiembre, trece paralímpicas.
El Complejo Deportivo de Deodoro, en el oeste de Río, es el mejor ejemplo de aprovechamiento de las instalaciones ya existentes.
Es allí donde se disputarán once modalidades olímpicas, desde hípica a ciclismo de montaña o piragüismo de eslalon; y de cuatro paralímpicas, en recintos que, en su mayoría, ya fueron empleados en los Juegos Panamericanos y que desde entonces han estado bajo la tutela del Ejercito brasileño.
En el histórico estadio Maracaná, además de los encuentros de fútbol, se celebrarán las ceremonias de apertura y clausura.
En sus proximidades se encuentran el Estadio Olímpico, que verá ampliada temporalmente su capacidad hasta los 60.000 espectadores, el mítico Sambódromo, donde empezará y terminará la maratón, y el Pabellón Maracanazinho, sede del voleibol.
En la zona sur, la playa de Copacabana acogerá, como es habitual, las competiciones de voley playa, mientras que en el puerto deportivo de Marina da Gloria y en la Laguna de Rodrigo de Freitas se disputarán las pruebas de vela y remo, respectivamente.
Es aquí donde entra en juego la otra gran polémica del proyecto olímpico, las contaminadas aguas de Río de Janeiro.
Las autoridades se comprometieron a limpiar el 80 % de las aguas que vierten en la Bahía de Guanabara, pero a día de hoy, reconocen que sería todo un logro llegar a tratar el 60 %.
Tal es la situación que diversas federaciones internacionales han mostrado su preocupación ante la posibilidad de que se pueda anteponer proyecto olímpico a la salud de los deportistas.
Además de las instalaciones deportivas, el alcalde Eduardo Paes, cuyo mandato va a coincidir prácticamente con el ciclo olímpico de Río, se propuso aprovechar el llamado 'legado' para "resolver algunos problemas que tiene la ciudad desde hace 450 años".
Infraestructuras que van más allá de la celebración de los Juegos Olímpicos y que pretenden mejorar el día a día de los cariocas, como la construcción de la nueva línea de metro que unirá Barra de Tijuca con la zona turística de la ciudad, la instalación de tranvías y la renovación de la zona portuaria con su nuevo y emblemático Museu do Amanhã, diseñado por el español Santiago Calatrava.
Debido a los compromisos adquiridos con el Comité Olímpico, pocos brasileños dudan de que las instalaciones deportivas estarán listas a tiempo para los Juegos.
Sin embargo, las obras del legado, son otra historia y no pocos temen que una vez terminados los Juegos Paralímpicos, a finales de septiembre, la ciudad siga sembrada de un sinfín de proyectos inacabados y debido a la crisis económica que atraviesa el país, quién sabe si inacabables.