La guerra ha sido el gran enemigo del hombre; ha acabado con vidas humanas, traído hambruna y crisis económica. En su momento el deporte se vio rebasado por dos conflictos bélicos que pudieron terminar con la humanidad: la primera y la segunda guerra mundial.
La guerra y la pandemia, enemigos del espíritu deportivo
Por primera ocasión el deporte debió arrodillarse ante una pandemia, el coronavirus detuvo al mundo.
La primera ocasión que no se pudo celebrar la ‘fiesta deportiva del mundo’ fue en 1916, Alemania no pudo celebrar los Juegos Olímpicos. La historia se repetiría años después en 1940, justamente con Tokio.
Si bien los conflictos bélicos fueron desastrosos, el hombre parece haber aprendido la lección; es verdad en distintos países han existido guerras, pero no en una magnitud que representen una guerra mundial. Pese a la situación que viven regiones como en Siria en Irak o en Afganistán; en su mayoría el mundo ha logrado mantener la estabilidad, la mesura y sobre todo la paz antes que enfrentarse por bandos.
Los Juegos Olímpicos representan los contrario, los cinco aros de su logotipo significan la unión de los continentes; es la fiesta del mundo, una fiesta que no se podrá llevar a cabo.
Nunca antes en la historia un conflicto había detenido al mundo, incluido el deporte. No hablamos solo de Juegos Olímpicos, el futbol, el básquetbol, el tenis, el boxeo, etc. todos han debido arrodillarse ante el COVID-19 en la ‘aparente’ y esperemos efímera victoria.
La naturaleza nos ha dado una fuerte lección, creyendonos los dueños de todo y siendo dueños de nada al mismo tiempo. Más que siempre se ha reforzado la frase de Jorge Valdano: “el fútbol es lo más importante entre las cosas menos importantes”, que bien podemos suplir al balompié por el deporte.
Vendrán tiempos mejores, pero por ahora el coronavirus se ha convertido en el rival a vencer más allá de cualquier ring, cancha, tatami, alberca, etc.
Lo bueno del deporte y de la vida es que siempre… siempre da revanchas.