Lance Armstrong escribió en oro su nombre en los libros de historia, ganó siete veces el Tour de Francia y una medalla en los Juegos Olímpicos Sydney 2000 cuando era parte de la élite del ciclismo mundial y al final, ese oro resultó tan falso como él mismo.
Lance Armstrong de leyenda del ciclismo a mentiroso
El maquiavélicamente arrogante ciclista fue demoledor, hasta que lo desenmascararon.
Arrogante como pocos, presumía haber superado más de quinientos controles de dopaje sin problemas. Fue capaz de afirmar que su éxito no se encontraba en sus piernas, ni en su mente, sino en su corazón.
Tras muchas sospechas, investigaciones y querellas, la USADA lo desenmascaró en un conjunto de mil páginas que detalla cómo operó el fraude más grande en un deporte tan exigente, haciendo trampa por dopaje y arrastrando en el proceso a sus compañeros primero con liderazgo y luego con amenazas donde abundaba sobre todo la soberbia, arrogancia y prepotencia.
Nadie como él, en efecto. Más allá de la competencia, nunca hubo quien se atreviera a crear un protocolo tan preciso para dopar su cuerpo y así ganar ganar no un título, sino siete. Como todo un capo de la mafia alteró controles antidoping, lo más triste es que sin ello, tal vez pudo ser un ciclista promedio ó peor.
Lo que sí fue es un tremendo publirrelacionista que lograba atraer los socios comerciales que invirtieran en el equipo, patrocinando lo necesario para continuar sumando títulos, triunfos, podios, porque al final de eso se trataba, de grabar en la mente de los aficionados, las marcas que se mostraban a nivel mundial y así estaba garantizado el retorno de su inversión por publicidad.
Pero nunca se puede actuar en solitario, la ayuda de Michele Ferrari y otros tantos para el desarrollo de las sustancias y protocolos eran parte de una rueda que a veces también sumó a sus engranajes la vista gorda de la Unión Ciclista Internacional cuando llegó a haber algunas dudas, a veces por corrupción, a veces por incapacidad y a veces, por mantener el ‘status quo’ para evitar el escándalo.
Incluso cuando pasó la investigación y había renunciado a toda defensa cuando se le despojó de los títulos, en la entrevista con Oprah Winfrey, no pudo dejar de mentir y sumó a la opinión de millones de norteamericanos que ahora lo llamaban el mayor mentiroso en la historia del deporte.
Millones vistieron en los últimos años de su prolífica carrera las bandas amarillas por su ‘lucha contra el cáncer’, para apoyar la fundación de Lance Armstrong. Pero que padeciera él mismo el cáncer también era parte de su proceso para justificar el uso de ciertas sustancias.
Al final, ese símbolo también fue parte del desprecio, que cosa curiosa, la silicona de las pulseras era de color amarillo.
El ciclismo entonces perdió credibilidad, fuerza y afición y la UCI ha trabajado desde entonces muy cerca de la Agencia Mundial Antidopaje para evitar más casos del tipo, con controles más estrictos y precisos, con la ayuda de médicos que buscarían las formas de saltar por encima de la legalidad.
Armstrong atrajo a millones de aficionado al ciclismo de primer nivel pero decepcionó a todo el gremio, a todos los seguidores y entre el daño, la búsqueda de patrocinios y socios comerciales se enturbió tanto que hoy es más difícil que nunca conseguir apoyos.
Desde 2016 se sabe que montó un podcast en la red, aprovechando la fama que aún le queda para entrevistar a personas que él mismo selecciona y aprueba, pero no más sobre la bici, no los caminos… al menos ya no en competencia, porque así como estuvo ‘en los cuernos de la luna’, también tocó el fondo más oscuro y profundo de la infamia.
We close out the Classics with a @LiegeBastogneL Stages Podcast. We talk about the effort by @BobJungels my settlement, and our plans for @giroditalia in Israel. https://t.co/kDiL2U5YWu pic.twitter.com/e7xpmp3CGt
— Lance Armstrong (@lancearmstrong) April 23, 2018
Así fue, así es… Lance Armstrong.