Juegos Olímpicos

    Limosna política en la primera medalla de México en Río 2016

    Hace unos meses, Misael Rodríguez se subía a un pesero para pedir una dádiva económica ante el retiro de apoyo de la CONADE.


    Por:
    TUDN


    Imagen Twitter comision de Boxeo

    “CONADE nos retiró el apoyo económico, ayúdennos”, rezaba en letras rojo, negro y verde una gran manta que sostenían los boxeadores mexicanos en una de las congestionadas calles de la Ciudad de México.

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    El color del transporte público capitalino, tan acostumbrado a recibir cantautores frustrados, chistes de cómicos y uno que otro asalto a mano armada, daba su autorización a que boxeadores vestidos con su uniforme de entrenamiento se subieran a los peseros a pedir con un bote, alguna dádiva por parte de los usuarios.

    Ahí estaba él. Ahí, con una mirada sonriente, aparecía Misael Rodríguez, luciendo un pequeño letrero donde se leía su nombre y el mayor logro que poseía hasta ese instante: Medalla de bronce en los Juegos Panamericanos de Toronto durante 2015.


    “Para que nuestros seleccionados nacionales de boxeo amateur busquen su boleto a los Juegos Olímpicos de Río en el Campeonato Mundial de Doha, Qatar”. Así concluía la manta con letras tricolores. Así anunciaba un penoso acto en el que los deportistas quedaban expuestos a un fuego cruzado entre la CONADE y la Federación Mexicana de Boxeo.

    Misael logró ir a Qatar. No sabemos cuánto dinero juntó en el vergonzoso boteo, quizá a él no le dio pena alguna. Tal vez sentía poco apoyo, o muy probablemente llegó obligado al transporte público. Pero fue, ganó y obtuvo su pase a los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro.

    Después de un duro combate, Misael Rodríguez ha dado un poco de luz a un cuarto que cada vez se quedaba más oscuro. Con el tic tac del reloj, era cuestión de tiempo para que algún político se levantara el cuello para aplaudir el éxito personal del pugilista.

    Y sí, ese primer organismo fue la CONADE, esa misma Comisión a la que los boxeadores acusaban de falta de apoyo, presumió el triunfo desde la cuenta de su titular, el multicriticado Alfredo Castillo, célebre por uno que otro resbalón político a lo largo de su trayectoria.

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    “Nuestros deportistas han dado todo en Río 2016, hoy Misale corona su esfuerzo”, decía un tweet de Alfredo Castillo. Quizá el box era el último deporte que el político querría ver colgándose una medalla, pero estando las cosas como están tras 10 días de miserias olímpicas, cualquier bocanada da un poco de respiro.


    Castillo explotó luego de ver a los boxeadores pidiendo dinero en las calles. Lo hizo señalando a los directivos de la Federación de Boxeo, una de las más corruptas según él. Atacó y lamentó dos décadas de intereses de personajes misteriosos en detrimento de lo que hicieran atletas. Podría tener poca o mucha razón, pero en ese momento, la CONADE fue expuesta y hoy, en el pecado ha llevado la penitencia.

    Nunca ha quedado mejor el dicho que el logro es del deportista, no del medio de comunicación ni de la afición y mucho menos del político. Es del deportista, de su trabajo y esfuerzo, de su gallardía y talento, de su entrenador, de su familia y de quien lo impulsó a estar donde hoy está.


    Pocos conocían a Misael Rodríguez. Quizá en dos meses reciba el Premio Nacional del Deporte, y quizá en 10 meses ya nadie se acuerde de él. En horas podrá caer otra medalla y el escenario del político oportunista aparecerá de nuevo para halagar, aplaudir y vanagloriarse desde la comida de su sofá, frente a su plasma de 60 pulgadas y su celular de última generación.

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