Juegos Olímpicos

    Mal trago

    "¿Qué mejor que una tradicional cervecita inglesa para celebrar la clasificación a la final de los 1.500 metros?".


    Por:
    TUDN


    Por: Luciano Werinicke

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    Eso pensó el francés Alexandre François Étienne Jean Bouin (más conocido como Jean Bouin) la tarde del 13 de julio, cuando abandonó el estadio White City. Sediento de una buena espumosa que gratificara su esfuerzo y relajara su espíritu, Bouin –principal candidato al oro- se fue derechito hacia un pub del Soho, en el centro de la capital inglesa.

    La riquísima pinta pareció poco y pronto fue seguida por otra, y por otra. Cargado de abundante cebada fermentada y con la lengua pastosa, el marsellés se enredó en una discusión con dos marineros locales, que comenzó con cuestiones deportivas y terminó a las trompadas. La gresca, que incluyó el revoleo de vasos y sillas, sólo pudo ser contenida tras la aparición de varios agentes de la rígida policía londinense.

    Apresado por dos uniformados grandotes, Bouin intentó desligarse del entuerto, primero denunciando a sus rivales, luego con disculpas y finalmente invocando su condición de atleta olímpico, mas no hubo forma de torcer su destino de huésped en una incómoda celda. Al otro día, cuando los directivos galos notaron la ausencia del corredor en la pista, iniciaron una ardua recorrida por hoteles y hospitales, hasta que el pendenciero Bouin fue hallado tras las rejas de un destacamento policial.

    Gracias a la intervención de los responsables de la delegación francesa, el atleta recuperó la libertad, pero demasiado tarde para la prueba: ya la había ganado el estadounidense Mel Sheppard. Bouin sí tuvo tiempo -reprimenda de sus dirigentes mediante- para unirse a otros cuatro compañeros con los que, esa misma tarde, participó de la preliminar de la carrera de relevos de tres millas por equipos.

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    Francia eliminó a Suecia, clasificó y, a la mañana siguiente, obtuvo la medalla de bronce detrás de Gran Bretaña y Estados Unidos. Bouin celebró su premio con un riquísimo vaso de agua mineral.

    Complementos:

    * El inglés Harold Abrahams (oro en 100 m. de París 1924) se preparaba bebiendo cerveza y fumando puros.

    * El maratonista estadounidense Frank Shorter (oro en Múnich 1972) bebió 2 litros de cerveza la noche previa a la carrera.

    * El discóbolo francés Jules Noël tenía por cábala beber unas copas de champagne en el vestuario antes de las pruebas.

    * En el maratón de Londres 1908, un atleta aceptó una copa de champagne de un espectador: ¡se desmayó al instante!

    * El luchador Milon de Crotona decía que su fuerza provenía de comer nueve kilos de carne y beber nueve litros de vino al día.

    * En Los Ángeles 1984, la italiana Gabriella Dorio, oro en los 1500 metros, celebró bañándose... ¡en vino!


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