RÍO DE JANEIRO. “No, a mí no me intimida nada”. Cuando Miguel Ángel Mena acaba de soltar esa frase, detrás de él pasa una torre de casi dos metros que hay que mirar bien arriba para saber quién es. Miguel insiste en hablar de sueños e ilusiones, pero es que no ha visto al tipo de atrás. Ari-Pekka es un nadador finlandés y la cabeza del joven nicaragüense le llega a los pectorales de ese gigante. Y bueno, si le apeteciera, el nadador europeo, con una mano, levantaría al centroamericano y como en esas películas de ciencia ficción le aplastaría el cráneo. Cruel, pero así es. Aunque para Miguel, la “genética no importa”.
Miguel Ángel Mena, en un mundo de 'gigantes'
El nadador nicaragüense no fue el peor de los competidores, pero sí el 4to peor; no es alto y ni fuerte como el resto, pero el deseo por ganar está.
Ayer Klyle Chalmers ganó el oro en la prueba reina de la natación (100 metros estilo libre) y justo de en sus heats eliminatorios participó Miguel. A Pekka se le marcan los músculos como si tuviera uno de esos trajes que uno compra en las tiendas de disfraces y te hacen ver lo que no eres: marcado, fortificado, imposible. Miguel es delgado, pero de músculos poco, alguno que otro le salta casi con timidez.
Tiene 19 años y sueña con algún día hacer una marca B. “Sé que sería histórico para mi país y eso es lo que quiero conseguir”. Cuando se refiere a marca B son 49 segundos, Klye se coronó en Río con 47.58. Sí, son apenas 1.42 segundos. Hagamos un ejercicio, cuando digas en voz alta “101” y vayas a la mitad de decir “102” han pasado ya un segundo y medio… pues eso es la diferencia de una marca B y una A. Pero eso en la alberca es un mundo entero. Cada centésima es la diferencia entre ser medalla de oro o ser el último lugar de todos los competidores.
En el estadio Olímpico de Río, Miguel Ángel Mena tuvo un registro de 53.40 segundos… Si una centésima define una final… mejorar 4.4 segundos es como mover una montaña. “Pero creo que lo puedo lograr”.
El nicaragüense dice que las diferencias en la piscina no tiene que ver con la genética, ni que tan “grandote eres”, más bien son las condiciones. “Por ejemplo, los japoneses no son de cuerpos desarrollados como los europeos, australianos o estadounidenses, pero sólo se dedican a eso”. Y Miguel tiene que ir a la escuela. No se puede dedicar de tiempo completo como quisiera. Además su carrea no es nada sencilla: Ingeniería Civil. Estudiar y competir.
-¿Qué importancia tiene la natación en tu país?
-Imagínate que el vicealcalde (Enrique Armas) dijo que para qué se apoyaba a otros deportes si tienen el boxeo y el beisbol.
Lo del nicaragüense no es poca cosa. Es verdad, tener la marca B es un sueño, pero son pocos los latinoamericanos que se atreven a intentar retar a los gigantes.
Sí, tampoco es que a ellos les preocupe, pero no es sencillo estar aquí pues. “Hay días por ejemplo que no puedo entrenar porque tengo laboratorio o clases”.
Miguel Ángel tiene una aspiración regional. “Me encantaría ser una punta de lanza para la natación centroamericana, ser uno de los que jale para adelante. Tengo que luchar”. Así es, para alcanzar lo que aspiras necesitas tirar 4.4 segundos, que en natación es casi igual que ir ascender el Himalaya.
En Río no fue el peor de los competidores, pero sí el cuarto peor, es decir que el camino es largo. “En mi país la natación no existe, no brilla. No somos un país con muchos recursos”.
-¿Qué piensas cuando te diriges a la alberca?
-Mi entrenador me dice que no debo de pensar en nada, pero es difícil, momentos antes me inspiro en mis padres, en mi novia.
-¿Qué es lo mejor para tu carrera?
-Mi entrenador dice que puedo ir a estudiar y hacer deporte en Estados Unidos. Que yo sepa ningún nicaragüense ha ido a nadar allá.
Miguel Ángel sonríe. Se toma su tiempo para contestar. El mar de reporteros se amontona con las estrellas australianas, húngaras, estadounidenses que pasan detrás de él y ahí se dimensiona su pequeña estatura. Pero insiste, “es cuestión de recursos y tiempo para entrenar”. Hasta hora ningún periodista nicaragüense se ha acercado a él. Podríamos tomar un café a un lado de la piscina todo el día y nadie nos diría nada.