Opinión: El COI busca atajar la primera crisis del olimpismo en el siglo XXI
La elección conjunta de París 2024 y Los Angeles 2028 le da tiempo al olimpismo para replantearse y volver a ser un objeto del deseo.
Atentados terroristas, bancarrotas, pausas por las guerras mundiales. Para llegar a la relativa salud de la que goza hoy en día, el olimpismo tuvo que sortear diversas crisis a lo largo de más de 120 años de historia y hoy parece querer atajar la primera del siglo XXI.
Y digo "relativa salud" porque, si bien no han tenido los contratiempos del pasado, el movimiento olímpico empieza a perder atractivo.
La histórica decisión de otorgar la sede de dos Juegos al mismo tiempo tiene mucho de labor política del presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), Thomas Bach, y un mucho de previsión: el alemán sabe que para dentro de cuatro años pudo no haber ninguna ciudad interesada en el evento.
Este año inicialmente se elegiría la sede para los Juegos de 2024. En un principio, seis ciudades mostraron interés: Boston, Roma, Hamburgo, Budapest, Los Angeles y París. Debido a que sólo se puede presentar una candidatura por país, Estados Unidos debía hacer un proceso interno, pero antes de eso, Boston se bajó del barco.
Roma, Hamburgo y Budapest también declinaron por falta de apoyo popular y gubernamental. Por primera vez desde 1981 habría un proceso de elección con sólo dos candidatos; aquella vez Seúl, Corea del Sur, superó a Nagoya, Japón, para albergar los Juegos de 1988.
La falta de interés es evidente. De las últimas cuatro ediciones, sólo Londres 2012 estructuró y ejecutó un plan para capitalizar el legado de los Juegos para darle uso futuro a las instalaciones construidas e incluso hacer construcciones temporales para aquellas que no se pudiera asegurar su funcionalidad. Atenas, Beijing e incluso Río de Janeiro tienen "elefantes blancos", sedes olímpicas que en su momento fueron majestuosas, pero que hoy están en desuso e incluso, algunas en ruinas.
¿Cuáles son las crisis que ha pasado el olimpismo?
La falta de seriedad
El éxito de los Juegos de Atenas 1896 no fue suficiente para darle importancia al evento en sus ediciones posteriores. París 1900 y San Luis 1904 fueron eventos alternos a la Feria Mundial, mientras que los de 1908 fueron originalmente asignados a Roma, pero tuvieron que renunciar a ellos por la erupción del Monte Vesubio y se le dieron a Londres. De hecho, desde 1900 y hasta Amsterdam 1928, los Juegos duraban meses, a veces hasta medio año.
Las guerras mundiales
El olimpismo fue pausado por las dos guerras mundiales, lo que generó que no se celebraran las ediciones de 1916, 1940 y 1944. Habían sido asignados a Berlín, Tokio y Londres, respectivamente. Han sido las únicas cancelaciones hasta la fecha de los Juegos Olímpicos de la Era Moderna.
El terrorismo
El secuestro y asesinato de 11 atletlas y delegados israelíes a cargo de un grupo terrorista palestino en Munich 1972 tocó para siempre al olimpismo. No ha sido el último ataque, pero sí el de mayor escala. En Atlanta 1996, dos personas fallecieron por una explosión en el Parque Centenario.
La política y los boicots
Los Juegos de Berlín 1936 fueron utilizados como medio de propaganda del régimen nazi de Adolfo Hitler, pero esa no fue la única ocasión en que la política se entrometió con el deporte. Para los Juegos de 1968 en México, un grupo de países africanos amenazó con ausentarse si se permitía la participación de Sudáfrica, suspendido por sus políticas raciales; la amenaza se hizo real ocho años después, en Montreal, cuando 32 naciones no participaron por el regreso de aquel país.
En Moscú 1980, Estados Unidos boicoiteó los Juegos de Moscú por la invasión de la Unión Soviética a Afganistán y le siguieron otros 65 países. Cuatro años más tarde, los soviéticos y sus aliados devolvieron la cortesía, esta vez fueron 19 naciones que, aunque fueron menos, habrían ganado en teoría una gran cantidad de preseas.
El último boicot ocurrió en Seúl 1988 por parte de Corea del Norte y sus aliados: Cuba, Albania y Etiopía.
La bancarrota
Si el ataque de Munich no fue suficiente, en la década de los años 70, el Comite Olímpico Internacional entró en una profunda crisis financiera por los pobres ingresos que generaban los Juegos Olímpicos en contraste con sus costos cada vez más altos. La solución fue planteada a la llegada de Juan Antonio Samaranch a la presidencia del COI en 1980, con cuotas mucho más altas por los derechos de televisión. Poco a poco, el olimpismo volvió a ser rentable, pero...
El despilfarro
La solución de la bancarrota del COI y el pago de los derechos televisivos en cifras de 10 o más dígitos llevó también a que los Juegos fueran cada vez más fastuosos. Los últimos que tuvieron un costo menor a mil millones de dólares fueron los de Los Angeles 1984 (719 mdd) y el techo se alcanzó en Beijing 2008, con un presupuesto de 44 mil millones, sin contar que los de invierno de Sochi 2014 superaron los 50 mil millones. Una inversión de esos tamaños es cada vez menos accesible, especialmente para economías emergentes, y convirtieron a los Olímpicos en un producto exclusivo para la élite mundial, una paradoja considerando que uno de los valores del olimpismo es la universalidad.
Fue por esto que Thomas Bach, presidente del COI, se adelantó a que la crisis fuera grande. París y Los Angeles presentaron candidaturas serias y viables para los estándares actuales del olimpismo, por lo que sólo había que ponerse de acuerdo. París exigía que se le otorgaran los Juegos de 2024 para celebrar el centenario de sus segunda sede y Los Angeles accedió a esperar.
Ahora, la ciudad más grande de California será la primera que tendrá más de 10 años para prepararse y organizar unos Juegos Olímpicos, los terceros de su historia. Desde la asignación de la sede hasta la inauguración, programada para el 21 de julio de 2028, habrán pasado 3 mil 964 días, tiempo más suficiente para que una megalópolis y un atleta juvenil se preparen para hacer historia.
Mientras tanto, el COI tiene cuatro años extra para plantearse cómo hacer de los Juegos Olímpicos otra vez un evento universal. Será hasta 2025 cuando se vuelva a elegir una sede olímpica, en aquel caso para la edición de 2032. Entonces sabremos si el máximo evento deportivo del mundo vuelbe a ser atractivo.