Nunca en 108 años tan cerca. Jamás con tanto drama.
Los Cubs resucitan y mandan la Serie Mundial al séptimo partido
Los Chicago Cubs vencieron 9-3 a los Cleveland Indians y habrá juego definitivo en el Clásico de Otoño, a celebrarse en el Progressive Field
Los Chicago Cubs vencieron 9-3 a los Cleveland Indians en el sexto Juego de la Serie Mundial y forzaron el séptimo y definitivo, luego de que apenas hace tres días parecían heridos de muerte.
Un grand slam en la tercera entrada de Addison Russell ante la serpentina del relevista Danny Otero dejó mudo al Progressive Field, que pretendía celebrar el primer título de su novena en 68 años, incluso con la presencia del único sobreviviente de aquel campeonato de 1948.
El de Russell fue el primer cuadrangular de cuatro carreras que conecta un jugador de los Cubs en Series Mundiales. Sí, desde 1906. Hasta su undécimo Clásico de Otoño.
No sólo eso: en la primera entrada, conectó un doblete productor de dos carreras con la complicidad de los jardineros Tyler Naquin y Lonnie Chisenhall, y luego con su grand slam empató la marca histórica de más carreras producidas en un juego de Serie Mundial para un jugador, que ahora comparte con Bobby Richardson (1960), Hideki Matsui (2009) y Albert Pujols (2011).
El marcador lo abrió Kris Bryant con su segundo home run de esta serie ante el abridor Josh Tomlin, quien después de una destacadísima postemporada, se cayó en el momento de definición.
Jake Arrieta lanzó las primeras tres entradas sin recibir hit; en la cuarta, aceptó una carrera, producto de un sencillo de Mike Napoli, pero luego salió del apuro con la casa llena; en la quinta Kipnis se voló la barda para el 7-2.
En la séptima entrada, con dos outs, Aroldis Chapman volvió a hacer un relevo antes de lo acostumbrado. Francisco Lindor conectó una rola a primera y el lanzador cubano asistió en la jugada, apretadísima, que originalmente fue marcada safe, lo que llenaba las bases, pero la revisión dejó ver que Chapman pisó primero la almohadilla por una pequeñísima fracción de segundo.
Pero si no era suficiente ventaja, Anthony Rizzo se voló la barda por el jardín derecho con un hombre a bordo para poner el marcador 9-2.
Este miércoles se define al nuevo campeón de las Grandes Ligas. Uno con 108 años de sequía y el otro con 68. Una ciudad puede celebrar su segundo título en cuatro meses.
El otro quiere enjuagar las lágrimas de más de un siglo de tristezas con las de alegrías: desterrar a la cabra, a los aficionados infortunados y el temor de un descalabro temprano en esta serie.
Uno de ellos le dará una alegría inédita a su afición. Una cosa es segura: el séptimo partido de la Serie Mundial de 2016 será recordado para siempre.