El cetro de favorito en este Mundial parece no tener dueño. Alemania, Argentina y España lo cedieron generosamente en su primer partido. Brasil tenía la oportunidad de asumir el rol que nadie ha tomado en este torneo. En frente Suiza, un rival tan ordenado como poco talentoso. Así que la samba empezó pronto. A los 10 minutos Paulinho tuvo el primero tras un error defensivo suizo.
Brasil pecó de exceso de confianza y cedió un empate ante Suiza
Los cariocas se suman a la larga lista de favoritos que no convencieron en su primer partido en el Mundial de Rusia 2018
Los europeos estaban tan mentalizados en defender que renunciaron completamente a cualquier principio básico del fútbol. Incluso al de tener el balón. Y claro, Brasil está harta de jugar contra rivales que le plantean estos envites ultra defensivos. Los cariocas sabían perfectamente lo que debían hacer. Primero, mantener el balón, al que su rival renunció. Segundo, llevar a la defensa suiza a su área y aprovechar los errores que allí se iban a dar. Tercero, buscar el talento de Neymar en la frontal, perseguido en todo momento por Behrami. Además, el brasileño era fácil de detectar, porque tiene como espaguetis en el pelo de color amarillo chillón.
Escrito el guion sólo había que ejecutarlo. Y salió a la perfección en el minuto 20. Neymar recibió en la frontal del área contraria, abrió a Marcelo quién metió el balón al área y la defensa suiza lo rechazó, con tal mala suerte que el rebote cayó en los pies de Coutinho. El jugador del Barcelona no dudó en pegarle desde muy lejos para clavar un golazo por toda la escuadra. No hay autobús, ni defensa pesada que pueda con esos tiros lejanos de Coutinho. Una obra de arte.
Lo más difícil pasó. Romper la lata. Brasil tenía desde el minuto 20 el partido ganado. Además, el árbitro decidió proteger a Neymar de cada falta que recibía. Una de ellas fue sancionada con tarjeta para Lichsteiner, que ya debía cuidarse mucho en sus próximas entradas.
El segundo gol de Brasil se resistió en toda la primera parte. El primero de Suiza era una utopía. Incluso, para una ocasión que tuvieron, estrellaron el balón en la cara de Thiago Silva, que ni estaba en la dirección del ángulo de tiro hacia la portería. Surrealista.
Tras el descanso el monólogo de Brasil prometió continuar con juego bonito incluido. Hasta que en el minuto 49 llegó algo inesperado. Un córner a favor de Suiza botado al centro del área lo remató a placer Zuber tras desplazar a Miranda con las manos. Los brasileños solicitaron el VAR pero el árbitro mexicano hizo caso omiso de las protestas. Lo debió haber anulado.
Contra todo pronóstico a Brasil le tocaba recomenzar el partido algo desmoralizado. Los europeos, por su parte, le echaron de nuevo gasolina al autobús defensivo y vuelta a empezar. Eso sí, esta vez más firmes, agresivos y motivados que en la primera mitad. A pesar de todo esto, Brasil comenzó a acumular oportunidades de gol. Coutinho se vistió de Neymar y llevó prácticamente toda la mordiente de su equipo. Falló dos claras oportunidades.
El tiempo comenzó a correr en contra de Brasil. La franja esa de pasar el minuto 85 mete demasiada prisa. La prisa trae imprecisión. Y la imprecisión el empate (o la derrota, si fuera el caso). Miranda la tuvo en el 91, pero su disparo se le fue fuera tras la salida de un córner. De nuevo prisa, imprecisión y empate. Eso sí, tras un agónico remate final de Brasil que Schar acertó a despejar cuando el balón se iba directo al fondo de la portería.
De momento este Mundial no sabe de favoritos. Algo que engrandece al fútbol actual y, probablemente, al ganador. A este paso la final podría ser Irán contra Dinamarca. Raro.