SOCHI, Rusia.- Una cobertura larga implica un problema sustancial: lavar la ropa.
Día 12 | Aprenda a ir al supermercado y a lavar la ropa en Rusia sin hablar ruso
Entrados ya un poco en la cotidianeidad rusa, para un extranjero que no habla el idioma la experiencia puede resultar incluso divertida.
Nadie, ni por practicidad ni por salud física y mental, trae 30 mudas de ropa a un viaje de este tipo y eventualmente hay que hallar la manera de que las prendas vuelvan a tener vida.
Nos podríamos ir a la fácil de pedir que se lave en uno de los hoteles en donde nos hemos quedado, pero hay tres inconvenientes: el servicio es carísimo, puede que no estemos suficiente tiempo para que quede lista antes de tener que irnos (en promedio estamos 40 a 44 horas en cada ciudad, sin contar traslados) y, pues, no tiene chiste.
Acá en Sochi nos tocó llegar a un departamento con una pequeña lavadora y tanto Diego Pinzón como este humilde trovador la vimos como si encontráramos oro a mediados del siglo XIX en el norte de California.
Entonces se nos presentaban dos problemas: comprar algún tipo de detergente y aprender a usarla porque, se imaginarán, el panel de controles está en ruso.
El segundo se resolvió fácilmente cuando el personal del hotel nos dio indicaciones para usarla, en ruso, claro, pero Diego infirió que no era diferente a un aparato occidental. Y así fue.
Para el primero fui a un supermercado. Después de una minuciosa revisión en el anaquel de los productos de limpieza, encontré unos pods y con eso me bastó. Igual de occidental el asunto.
Y como por arte de magia, tenemos ropa limpia. No pueden entender la paz mental que eso representa en un viaje tan mágico como logísticamente complejo como este.
Como buenos periodistas, se nos olvidó cenar en lo que escribimos y editamos videos. Porque muy hacendosos, pero igual hay que trabajar. El mismo supermercado está abierto las 24 horas, así que voy de regreso al filo de la medianoche.
Encontrar detergente para ropa puede ser sencillo, pero con la comida la cosa es menos fácil. Aunque ya entendimos la mayoría de las equivalencias fonéticas del alfabeto cirílico con el abecedario latino, ver algo en ruso para efectos prácticos sigue siendo igual a ver rayas, pero guiarse por las imágenes puede no ser del todo ideal.
Vi unas sopas instáneas con unas fotos de unos cortes de carne que se me caía la baba, pero... ¿sopas instantáneas con cortes de carne? ¿Será? Mejor no lo intentemos.
Al mismo tiempo que este pobre mexicano, una decena de peruanos experimentaban también su Lost in translation personal. No había de otra más que guiarse por imágenes y tener un poco de fe.
Así que jugué a lo seguro: la avena en sobre nunca falla. Lo siguiente fue buscar algo en el refrigerador que tuviera un símbolo de horno de microondas y tomé unas pizzetas pequeñas.
Los cajeros de los supermercados rusos nunca hablan inglés, así que toda la conversación se limita a mostrar los productos, pasar sus códigos de barras, mostrar la cuenta final, enseñar la tarjeta o dar el efectivo para pagar y pedir a señas una bolsa, porque muy ecológicos los rusos, no las dan a menos que la pidas.
Achivement unlocked, dirían los millenials. Y como ese, hemos tenido varios diarios.
Rusia es una nueva aventura cada día.