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    El anecdotario | Chile 1962: "porque no tenemos nada, queremos hacerlo todo"

    Chile, un país sin experiencia y devastado por el terremoto más grande del que haya registro organizó el Mundial de 1962.


    Por:
    Ricardo Otero.


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    Chile, un país sin experiencia y devastado por el terremoto más grande del que haya registro organizó el Mundial de 1962.
    1:13 mins

    Si hay un país que conoce más que cualquier otro las dificultades que puede generar la organización de una Copa del Mundo, ese es Chile.

    Entre el 21 y el 22 de mayo se sucitaron tres temblores en el sur del país andino: el primero de ellos de 7.3 grados Richter a las 6:02 horas en Concepción produjo 125 víctimas fatales.

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    A las 6:33 del día siguiente, el 22 de mayo, ocurrió el segundo de similar magnitud y a las 14:55 horas fue el tercero que destruyó edificaciones que se habían debilitado.

    Sin embargo, lo peor llegó 15 minutos después con un movimiento telúrico jamás antes registrado por la humanidad: el terremoto de Valdivia, de 9.5 grados, que en realidad fue una sucesión de rupturas epicentrales a lo largo de la costa chilena en ocho minutos. Se supo después que en realidad fue una sucesión de al menos 37 terremotos en una superficie de mil 350 kilómetros que devastó una zona de más de 400 mil kilómetros cuadrados, más de la mitad del territorio de aquel país.

    La tragedia provocó que aproximadamente 2 mil personas perdieran la vida y más de 2 millones quedaran como damnificados. Las pérdidas humanas se mitigaron por las evacuaciones de los sismos previos.

    Sin embargo, la devastación de más de medio territorio chileno puso en jaque la organización del Mundial de 1962 y que venían preparando desde cuatro años antes, cuando vencieron a Argentina en la votación, un país que argumentó tener todo listo para que se jugara el torneo al día siguiente.

    El presidente del comité organizador, Carlos Dittborn, enunció entonces, en 1956, una frase que marcaría aquel Mundial: "porque no tenemos nada, queremos hacerlo todo". Aún no se sabe si con esa proclama terminó su presentación en el congreso de la FIFA previa a la votación, pero sí se recogió a través de una entrevista que le hizo el diario El Mercurio.

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    El terremoto fue el mayor de los obstáculos que enfrentó un país con nula experiencia en la organización de eventos deportivos. Las labores de reconstrucción y rescate se prolongaron por meses, especialmente por la amenaza del lago Riñihue, ya que su desembocadura al río San Pedro quedó bloqueada por derrumbes de los cerros vecinos y puso en riesgo a 100 mil personas.

    El Mundial de Chile originalmente estaba planeado para jugarse en ocho sedes y solo la capital Santiago se mantuvo firme. Talca, Concepción, Talcahuano y Valdivia fueron descartadas a causa del terremoto, mientras que Antofagasta y Valparaíso no lograron autofinanciar sus estadios, un requisito que impuso el comité organizador.

    Viña del Mar logró remodelar su estadio y el de Arica quedó listo a tiempo, en tanto que la empresa estadounidense Braden Cooper Company prestó el suyo, El Teniente, en Rancagua. Las cuatro sedes de Chile 1962 representan la segunda cifra más pequeña en la historia de los Mundiales, apenas superior a las tres de Uruguay 1930, pero la organización se simplificó, pues cada grupo de la competencia se disputó en la misma ciudad.

    La última tragedia previa al Mundial ocurrió a 32 días de la inauguración, cuando Carlos Dittborn falleció a causa de una pancreatitis aguda. El estadio de Arica aún lleva su nombre, donde también se leía su frase memorable "porque no tenemos nada, queremos hacerlo todo". Sus hijos fueron los encargados de izar la bandera chilena en la ceremonia de apertura.

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    El mundo recuerda a la Brasil de Garrincha y Vavá, que se sobrepuso a la lesión de Pelé en el segundo partido del torneo, pues aquel 'Scratch de Oro' defendió su título mundial al vencer 3-1 a Checoslovaquia en la Final.

    Pero el nombre de Carlos Dittborn quedará en la historia como el del estadio en el que se marcó por primera vez -y única hasta ahora- un gol olímpico en un Mundial, obra del colombiano Marcos Coll ante la Unión Soviética.

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