Dragan Stojkovic se perfila y dispara cruzado con la derecha. El balón pega en el travesaño. Sergio Goycoechea alza el puño derecho en señal de festejo. Argentina tiene ventaja de 1-0 en la tanda de penales.
Los hijos de la guerra I | Yugoslavia: las seis repúblicas que 'separó' Zvonimir Boban
En 1990, Yugoslavia estuvo a punto de echar al entonces campeón; fue la última vez que se le vio en un Mundial de fútbol antes de una cruenta guerra.
Jorge Burruchaga, el héroe de México 1986, acierta su cobro, como lo hizo antes Jorge Serrizuela. Robert Prosinecki acerca a Yugoslavia, que empieza a sonreír cuando el mejor futbolista del mundo, Diego Armando Maradona, le pega muy flojo y mal colocado, raro en el 'Pelusa', que así le entrega el balón al portero Tomislav Ivkovic.
Dejan Savicevic marca el del empate. La Argentina campeona mundial está en peligro. Es más, Pedro Troglio también falla con un disparo al poste, pero Goycoechea le ataja a Dragoljub Brnovic y a Faruk Hadzibegic para evitar la tragedia.
La 'Albiceleste', vestida de azul marino aquella tarde en Florencia, con un portero suplente y con la falla del máximo símbolo de su historia, llegó a Semifinales de Italia 1990.
Stojkovic nació en la actual Serbia; Ivkovic, en el territorio de Croacia; Hadzibegi, en Bosnia; Dejan Savicevic es, hoy en día, el presidente de la Federación de Fútbol de Montenegro, país del cual también es Brnovic. Prosinecki fue el caso más raro: nació en Alemania, su padre era croata, su madre era serbia, y optó por Croacia, la nación donde vivió desde los 10 años de edad, cuando aún era parte de Yugoslavia.
La última aparición de Yugoslavia unificada en un Mundial de fútbol, en aquellos dramáticos penales ante Argentina, es muestra de lo fragmentado que estaba un país que por décadas soportó sus diferencias étnicas e ideológicas.
El escritor y periodista belga Léon Thoorens explicó así, en 1969, lo que era Yugoslavia: "Los propios yugoslavos definen a su país como si contaran las piezas de un mosaico: seis repúblicas, cinco naciones, cuatro culturas, tres lenguas, dos alfabetos, un estado. Eventualmente podría alargarse la cuenta y citar además siete religiones, ocho raíces culturales, nueve catástrofes nacionales, diez influencias exteriores."
A la distancia, casi medio siglo después de lo descrito por Thoorens y sin mayor conocimiento, podríamos interpretar que el gigante de los Balcanes era un ejemplo de diversidad y tolerancia, sin embargo, todas sus diferencias explotaron a causa de una crisis económica y la caída de la Unión Soviética, que fracturó las raíces ideológicas de su régimen. La llegada al poder de partidos nacionalistas en Eslovenia, Croacia y Serbia desembocaron en sus declaraciones de independencia, pero las voluntades de separarse de Macedonia y Bosnia-Herzegovina elevaron las tensiones entre las repúblicas y el resultado fue el conflicto armado más sangriento en Europa desde la Segunda Guerra Mundial.
La secesión, en realidad, no ha terminado. Las seis repúblicas que conformaron la República Federal Socialista de Yugoslavia se separaron en 1991; una de ellas se nombró República Federal de Yugoslavia hasta 2003, cuando se denominó Serbia y Montenegro, hasta que el segundo de ellos, tres años más tarde, abandonó esa unión. La extinta Yugoslavia comprende lo que hoy en día es Serbia, Croacia, Montenegro, Eslovenia, Macedonia y Bosnia-Herzegovina. Actualmente está en disputa el territorio de Kosovo, que forma parte de Serbia, pese a que ya es reconocido como estado por 113 miembros de la ONU e incluso participó en los Juegos Olímpicos Río 2016 y en las eliminatorias rumbo a Rusia 2018.
De hecho, la República Federal de Yugoslavia participó en Francia 1998, sin embargo, la FIFA acredita sus logros y estadísticas de aquel torneo, en el que fue eliminada en Octavos de Final por Holanda, a lo que es hoy la selección de Serbia.
El deporte tuvo sus manifestaciones evidentes del conflicto. Aunque la selección de fútbol se quedó cerca de dar una actuación histórica, la de básquetbol, ese mismo año, se coronó campeona mundial -curiosamente en Argentina- con jugadores que formaron parte de la primera gran 'invasión' de extranjeros a la NBA como Drazen Petrovic, Vlade Divac y Toni Kukoc. Yugoslavia era entonces también el vigente subcampeón olímpico.
El 13 de mayo de 1990, durante un clásico entre el Dínamo de Zagreb y el Estrella Roja de Belgrado, los hinchas locales entonaron el himno croata, lo que contestaron sus rivales con cánticos hirientes. Se rompió el muro que separaba a las dos aficiones, que incluso arrancaron mobiliario del estadio. La batalla campal dejó a más de 100 heridos y, milagrosamente, ningún muerto. La policía federal, bajo control serbio, atacó a los fanáticos croatas, pese a que estaban en Zagreb, actual capital de aquel país.
Aunque los jugadores se dirigieron a los vestidores durante el conflicto, una de las imágenes que más se recuerda de aquel suceso fue la patada que le propinó Zvonimir Boban a un agente que golpeaba a un aficionado de su equipo. El joven, de entonces 21 años de edad y ya capitán del Dínamo, fue castigado seis meses, lo que le impidió participar en Italia 1990, país en el que, paradójicamente, formó durante la siguiente década una brillante carrera en las filas del Milán.
Boban fue considerado un ícono del nacionalismo croata. Años después lo reivindicó como un acto de defensa a sus coterráneos: "Grité a un policía: 'vergüenza, estás masacrando a niños'. Él me aporreó dos veces. Entonces tuve una reacción instintiva y le fracturé la mandíbula con un rodillazo".
Podría parecer sólo como algo anecdótico, pero en realidad, aquello fue mucho más que una gresca entre aficionados. La barra del Estrella Roja fue liderada aquel día por Zeljko Raznatovic, quien poco después, bajo el alias de 'Arkan', encabezó un grupo paramilitar que practicó la limpieza étnica y sobre sus hombros cargó con la muerte de miles de personas. En 1994, el propio 'Arkan' declaró que previó la guerra después de aquel partido en el Estadio Maksimir.
Es injusto acreditarle a Zvonimir Boban el inicio de aquella guerra, pero su acción, junto a todo lo que ocurrió aquella vez en Zagreb, fue la evidencia ante los ojos del mundo de lo que estaba por ocurrir en Yugoslavia.
Boban fue campeón mundial juvenil (hoy categoría Sub 20) en Chile 1987. El único logro del fútbol yugoslavo que lo supera fue la medalla de oro de los Juegos Olímpicos Roma 1960. Fueron subcampeones de las Eurocopas de 1960 y 1968, mientras que en el Mundial de Mayores lo mas alto que alcanzaron fueron los cuartos lugares en Uruguay 1930 y Chile 1962.
Zvonimir marcó el gol de su selección en la Final de Chile 1987 ante Alemania Federal. El partido quedó empatado a un tanto y él mismo fue el encargado de anotar el penal de la victoria en la tanda. Tres años más tarde, Robert Prosinecki y Robert Jarni jugaron en el Mundial de mayores, mientras que el portero Dragoje Lekovic y el delantero Davor Suker fueron convocados, pero no vieron acción.
Es imposible saberlo, pero tal vez si Boban cobraba nuevamente el quinto penal, uno de los que se fallaron ante Argentina en Italia 1990, Yugoslavia también habría sido campeón del mundo de fútbol.
Sin embargo, el destino era inminente.