Lo fácil era sumarse a la corriente anti-Osorio. Sobre todo si eras un recién llegado al fútbol mexicano o afín al derrotismo de muchos años de Historia marcada por grandes fracasos. Sus rotaciones nos hacían temblar, su falta de estabilidad por no mantener un bloque nos daba cien patadas y su tendencia de filibustero nos hacía entrever que era un farsante.
Opinión: El día en el que Osorio nos cerró la boca
Le he criticado hasta la saciedad y si es verdad lo que dice me quito el sombrero ante su esotérica estrategia de falsas rotaciones para confundir al rival
No son pocos los que pidieron su cuello tras la tormenta de Chile. Algunos incluso pensaban que él no debía dirigir al grupo en el Mundial. Hoy todo cambió. México le dio un repaso a Alemania y de verdad, si el marcador hubiese sido más abultado a nadie le hubiera sorprendido. Osorio ya forma parte de la leyenda del fútbol de México.
Hay que tenerlos muy bien puestos para aguantar todo lo que se ha dicho de él. No acabaría este artículo nunca si enlazara todas sus críticas. Y él, con su media sonrisa y exquisita educación, aguantó el chaparrón de críticas profesionales y personales por tierra, mar y aire. Ganó. A la campeona del mundo. Al arrogante de Joachim Löw y la pseudo humildad de su equipo. Nadie, absolutamente nadie en el seno de la selección alemana, podía creer lo que estaba pasando. El técnico alemán dijo no al Real Madrid y hoy el Tri le puede mandar al paro tras el Mundial.
Osorio ha demostrado que es un estudioso del fútbol. Lo que no sabíamos es que, además, era un pillo y se sabía manejar en las esferas del barrio bajo del fútbol. Redujo el perfil para engañarte. Me fusila Dinamarca intencionadamente para aumentar tu confianza y el día del partido te hago lo que te hice. De verdad, si esto fue un plan diseñado por él, me quito el sombrero mil veces.
En la entrevista de hoy no se podía quitar la sonrisa de la boca. Enjuto, seco y sereno, como salido del seminario, Osorio fue el mismo en las derrotas que en la victoria. Mis respetos y oye, una disculpa. Ya está en los libros de las gestas del fútbol mexicano. Ahora no pierdas con Corea, wey…