Terminaron de transmitirse los 10 episodios del documental The Last Dance, que relató la temporada 1997-98 de los Chicago Bulls y Michael Jordan, quien dejó ver su lado oscuro como su adicción a las apuestas, deudas de juego e intimidación a sus compañeros debido a su extrema competitividad.
El lado oscuro de Michael Jordan en The Last Dance
En el documental destacó su adicción a las apuestas, insultos, golpes y dudas sobre la muerte de su padre.
Jordan mostró desde un principio su gusto por las apuestas, principalmente en el juego de las cartas, en que el derrochaba mucho dinero. Durante el documental también se le vio apostar con personal de seguridad en un juego que consisitía en aventar una moneda y dejarla lo más cerca posible a una pared.
Es de sobra conocido por todo el mundo que el jugador de los Bulls era un gran aficionado a las apuestas y juegos de azar, desde los casinos hasta las cartas, tratando de ganar en cualquier ocasión y mostrando un apetito competitivo. Esto le llevaría a una complicada situación en varios momentos que se muestran en el sexto episodio, uno de ellos debido a su relación con Dave Distel y el golf, y por otro lado la escapada a un casino de Atlantic City antes del segundo partido de las Finales del Este en 1993.
Por si eso no fuera suficiente, Jordan también se dedicaba a maltratar a compañeros a los que les notaba cierta debilidad con el fin de hacerlos mejorar en su juego como fueron los casos de Scott Burrell y Steve Kerr, quien en un entrenamiento en 1995 lo golpeó y después le ofreció disculpas.
Varios compañeros lo acusaron de ejercer su excesivo poder en la NBA, incluso sobre el coach Doug Collins, a quien le exigía más minutos en la duela y posesiones de balón para según él ganar la mayor cantidad de partidos posibles.
La revancha también fue parte de la carrera deportiva de ‘Su Majestad’ que como era su costumbre siempre buscaba tomar venganza. Un claro ejemplo fue la rivalidad y el odio que tuvo contra los Detroit Pistons y en especial con su líder Isiah Thomas, quien lo culpó de haberlo dejado fuera de los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992.
También se habló de una supuesta suspensión en 1993 por parte del comisionado David Stern al mejor jugador de la historia, misma que ambos rechazaron tajantemente. Incluso, otros se atrevieron a relacionar el asesinato de su padre con posibles deudas de juego de Michael Jordan.