Es indiscutible no aludir a Michael Jordan y pensar en sus logros deportivos, en sus campeonatos, en su facilidad de anotar puntos, en su capacidad de resolver en momentos de apremio, una imagen que se reforzó del legendario astro de los Chicago Bulls tras la proyección del documental The Last Dance, así como también es rápido asociar su nombre a una popular marca de ropa y zapatos deportivos, de eso no nos queda la menor de las dudas.
El silencio de Michael Jordan tras la muerte de George Floyd
El inexplicable mutis de la leyenda de la NBA cuando la comunidad afroamericana es golpeada.
Lo que muchos se preguntan es dónde está ese líder que guió a los Bulls a ganar seis títulos, que encabezó un Team USA en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992 cuando la comunidad afroamericana recibe palo tras palo a causa del racismo, sobre todo luego del trágico fallecimiento de George Floyd, ciudadano de raza negra que murió por la brutalidad policiaca de un oficial en Minneapolis el pasado 25 de mayo, un hecho que ha derivado desde las más pacíficas hasta las más violentas protestas en Estados Unidos a causa de la indignación.
Pero, de Jordan, no hay señales. En su cuenta oficial de Twitter, si es que se le puede considerar así porque puede ser también de la marca Jordan, solo hay un retuit de un mensaje de Nike sobre el tema.
Es verdad que, como él lo ha dicho en los escasos encuentros mediáticos que ha sostenido tras su retiro ya hace casi dos décadas, MJ trata de manejarse alejado de las redes sociales, no es un entorno que le guste, que disfrute o que busque explotar. Sin embargo, vale la pena preguntar si ¿acaso una voz tan poderosa como la suya no sería un fuerte apoyo para la comunidad negra en Estados Unidos?
En la década de los 60, el gran y legendario boxeador Muhammad Ali, originalmente de nombre Cassius Clay, al igual que el jugador más ganador en la historia de la NBA (11 títulos) Bill Russell, no tenían tampoco el poder de las redes sociales ni de la tecnología a su alcance, pero sí una claridad sobre que como atletas y personas públicas de raza negra no podían permanecer callados, pues en carne propia padecieron el indolente y dañino veneno del racismo en los últimos años de la segregación en EEUU y los primeros de la integración.
En la década de los 70, Lew Alcindor, quien más tarde se habría de llamar Kareem Abdul-Jabbar y quien acabaría ganando seis títulos de la NBA y siendo el líder anotador histórico de la NBA, una de las figuras más visibles de la liga en esa era y tomó la bandera de la defensa de los derechos humanos y civiles en pro de su comunidad, ese trabajo que hizo sigue siendo reconocido incluso en el presente.
Quizá en menor medida, aunque también haciéndose presentes en la década de los 80 en ese afán de sacar el pecho por la comunidad negra estadounidense, Isiah Thomas y Magic Johnson tuvieron ese rol, una época en la que la NBA se encaminaba a ser una liga mundial, y de la que ellos eran figuras muy representativas e importantes.
Y luego, llegamos a la época actual, en la que las redes sociales han jugado un rol crucial en la difusión de contenidos, opiniones, sucesos deportivos y extradeportivos vincluados a los atletas, y estas voces se han potenciado incluso más. No podemos dejar de mencionar a LeBron James como el principal activista social no solo de Estados Unidos sino del mundo quizás, utilizando los 134.7 millones de seguidores conjuntos en sus redes sociales para hacerse escuchar.
Incluso, para hacer más notorio su involucramento en este tipo de casos, James utiliza su voz, su alcance, su poder para lograr que ese mensaje que pretende equilibrar la balanza en una sociedad, despertando mentes y conciencias sobre este delicado y sensible tema, incluso confrontando a personajes de alto calado como el presidente estadounidense Donald Trump.
Pese a la estirpe, legado, admiración y un cúmulo de cosas positivas que pueden hablarse acerca de Michael Jordan, mucha falta haría que quebrara ese silencio en particular sobre este tema que sigue siendo una piedra en el zapato de la sociedad estadounidense, pues su voz resonaría y causaría empatía, generaría conciencia y daría un necesario manotazo sobre la mesa del debate.