SAN ANTONIO.- Manú Ginóbili le dio voz al basquetbolista latino en la NBA y este jueves cumplió su penúltimo paso hacia la inmortalidad, al ser retirado el número 20 por los San Antonio Spurs.
Los Spurs retiran el número de Manú Ginóbili, el latino más grande de la NBA
El número 20 fue retirado por los San Antonio Spurs en un emotivo homenaje al argentino Manú Ginóbili, cuatro veces campeón de la NBA y ganador de un oro olímpico.
El último será el ingreso al Salón de la Fama, para el que faltan cuatro años.
Al terminar el duelo entre San Antonio y Cleveland, donde los Spurs ganaron por 116-110 y acompañado de varios de sus compañeros de la selección de Argentina que ganó el oro de los Juegos Olímpicos Atenas 2004, el único que no ha ganado Estados Unidos desde que se aceptan profesionales en la justa, Manú recibió el cariño de la afición para la que jugó de 2002 a 2018.
Precedido de un video con fotografías de sus momentos de mayor gloria con la franquicia texana, retumbó al estilo de cántico argentino "Olé, olé, olé, olé, Manú, Manú". Los reflectores solo apuntaron a la cancha.
Al centro de la duela del AT&T Center, los cuatro trofeos Larry O'Brien que ayudó a ganar a los Spurs. A cada lado, dos filas, una de cinco y otra de seis sillas: en una, además de Manú, estaban sus tres hijos y su esposa; en la otra, el coach Gregg Popovich, sus excompañeros Tim Duncan, Fabricio Oberto, Tony Parker y Sean Elliott, además de R.C. Bufford, el gerente general del equipo.
Sentados los once, ya no fue a través de una grabación, sino de la garganta de los aficionados que se escuchó nuevamente el coro "Olé, olé, olé, olé, Manú, Manú".
"Fuiste un genio, veías cosas antes de cualquier otro lo hiciera, hiciste cosas que nadie más haría. Eras increíble y es un honor estar aquí", le expresó Duncan.
"Sin Manú, no habrían campeonatos", dijo Popovich, el arquitecto de la dinastía de San Antonio.
"No hay otro como tú en la historia de este juego", sentenció Parker.
Y Manú tomó el micrófono.
"Sabía de sus gritos, sus festejos... todo eso me empujaba. Muchísimas gracias a todos", expresó el argentino. "No tenía ni idea qué iba a pasar conmigo, pero en un abrir y cerrar de ojos tengo a estas leyendas aquí conmigo. Estoy muy agradecido de todo esto, quisiera darles la mano a todos ustedes (al público). Fui un afortunado toda mi vida. Quiero reconocer de dónde salí y la suerte que tuve. Nací en una ciudad (Bahía Blanca) que vive el básquet de una manera especial y diferente."
Un largo discurso. Habló por igual en inglés y en español. Porque habían 20 mil fans de San Antonio, pero había mensajes directos para sus excompañeros de la albiceleste y, más aún, a su mujer y sus hijos.
"A los 20 años me enamore de una persona y ella se enamoró de mí". De inmediato, Manny Oroño, su esposa, rompió en llanto. "Gracias por aguantar mis obsesiones, que la siesta, el silencio, la comida, los partidos. Gracias por bancarte veranos permitiendo que me fuera a jugar."
El mejor latino que ha pisado una duela y probablemente el extranjero más grande que ha jugado la NBA dejó una huella indeleble en San Antonio.