El 23 de septiembre de 2018, Jimmy Garoppolo hizo una jugada por tierra en el Arrowhead Stadium de Kansas City, y al girar hacia el frente, casi en la banda, sintió que algo no estaba bien. No pudo continuar. Fue un desgarre del ligamento cruzado anterior de la rodilla izquierda.
San Francisco 49ers: la fortaleza y la juventud
Lucen balanceados de cara al cierre de la temporada, pero la falta de experiencia puede pesar.
Fue también su última jugada de la temporada. El inicio tambaleante de los San Francisco 49ers, que perdieron ese día su segundo de tres partidos, se convirtió en una debacle para terminarla con marca de 4-12.
Quizás solo alguien muy optimista en su centro de operaciones en Santa Clara podía imaginarse que 2019 será de 13 victorias, el primer lugar de la Conferencia Nacional y llegar, al menos, a la antesala del Super Bowl.
Lo cierto es que de los cuatro equipos que quedan con vida, los 49ers es el que luce más sólido. Tienen por mucho la mejor defensa y la mayor variedad en el ataque.
La ofensiva
La fortaleza del ataque de San Francisco es la cantidad de armas con las que cuentan, que los hace impredecibles y dosifica el esfuerzo de sus jugadores.
Tras su lesión, Garoppolo toma menos riesgos, pero se volvió muy eficaz. Tuvo 3 mil 978 yardas en temporada regular y una sobresaliente efectividad en sus pases de 69.1 por ciento. Sus números, si bien no son espectaculares, si lo hacen confiable.
Su receptor más recurrido es el ala cerrada George Kittle, cuarto en la NFL en su posición en yardas y quien además es un buen bloqueador. La selección en el Draft de Deebo Samuel y la contratación a media temporada de Emmanuel Sanders le dieron manos confiables.
Por tierra, ni Tevin Coleman, ni Raheem Mostert, ni Matt Breida superaron las mil yardas, pero en conjunto, San Francisco solo fue superado por Baltimore en ese departamento.
No tienen un corredor, ni un receptor, ni un quarterback estrella, pero los 49ers tuvieron el cuarto ataque más productivo en yardas y el segundo en puntos en 2019.
La defensa
En la Semana 1, los 49ers le interceptaron tres veces a Jameis Winston. Esa cifra supera lo que hicieron en toda la temporada 2018.
Desde aquella victoria contra Tampa Bay se notó el cambio radical que mostraría la defensa de San Francisco, no solamente con una secundaria respetable encabezada por Richard Sherman -quien, recordemos, le arrebató un viaje al Super Bowl a los 49ers en enero de 2014 cuando jugaba para Seattle-, sino también con una frontal que finalmente hizo que dejaran de extrañar a Patrick Willis y NaVorro Bowman.
En lo que llevamos del año, incluidos Playoffs, han recibido 273.9 yardas por partido y de ellas solo 166.7 son por aire. Ninguno de los otros tres clasificados a las Finales de Conferencia aceptaron menos de 350.
También tienen la cifra más alta de los equipos que siguen con vida en los Playoffs con 54 capturas de quarterback, seis de ellas el sábado pasado ante Minnesota. De ese total, 11 fueron de Nick Bosa, su primera selección del último Draft y quien recibió más votos de todo el equipo para ir al Pro Bowl.
No es para sorprender, con esos números, lo que hicieron sufrir a Aaron Rodgers en la Semana 12, cuando solo le permitieron 104 yardas por aire y lo capturaron cinco veces, en lo que se ha calificado como una de sus actuaciones más pobres en la carrera del QB de Green Bay.
El punto débil
El handicap que tiene en contra San Francisco es su falta de experiencia en estas instancias.
Es el tercer año del coach Kyle Shanahan con el equipo y como entrenador en jefe en la NFL, pero su primera incursión en Playoffs. Sin embargo, no dudemos que se apoyará en los consejos de su padre, Mike Shanahan, quien ganó dos Super Bowls con Denver en los años 90 y uno más como coordinador ofensivo de los 49ers.
Un caso similar el de Garoppolo, quien estuvo bajo el cobijo de Tom Brady y Bill Belichick hasta 2016 como suplente en New England, pero jugará por primera vez una Final de Conferencia.
George Kittle está en su tercer año en la NFL. Deebo Samuel y Nick Bosa son novatos.
A San Francisco le basta ejecutar de manera ideal su plan de juego para llegar al Super Bowl. Estarán en zona segura mientras no se cierre el marcador y tengan que enfrentar a un Aaron Rodgers que ya se sabe qué se juega en una Final de Conferencia.