Por Omar Carrillo H.
Pelé: 75 años de magia
El mito brasileño del fútbol cumple 75 años este 23 de octubre y el mundo entero lo celebra
Ni él mismo, luego de 66 años portando el sobrenombre, sabe el significado. Lo único cierto es que lo odiaba. Tanto incluso que llegó a los golpes en la escuela y lo suspendieron dos días por la riña. Tenía nueve años y aquellos chiquillos en Sao Paulo osaron llamarlo: Pelé.
Pensaba que aquello sonaba feo. Después de todo su nombre, Edson, es armonioso al oído y está inspirado en Thomas Alva Edison un inventor prodigioso, que entre otras cosas descubrió la bombilla eléctrica y el fonógrafo, y en casa le llamaban cariñosamente “Dico”.
Algunos años más tarde a Edson Arantes do Nascimento le llamarían de mil maneras distintas, pero siempre ligado a aquel apelativo que, en principio, tanto le disgustaba.
Los ingleses, en el Sunday Times, escribieron en su portada del día siguiente de la final de México 70: “¿Cómo se deletrea Pelé? D-I-O-S”.
En el mismo tono, los franceses lo coronaron Rey. Un día de 1966 paró una guerra civil en el Congo y ambas partes en conflicto disfrutaron de su juego, y del Santos, su equipo.
Tanto era su poder futbolístico que en Colombia, en un duelo amistoso, le expulsaron y el que se fue del campo fue el árbitro ante un público encolerizado que clamaba con furia la permanencia del astro sobre la cancha.
Hablar de Pelé es hablar de un mito viviente. De la figura, junto a Maradona, más grande y reconocida que ha dado el fútbol.
Dominaba el juego a ras de pasto, la gambeta, la velocidad, los remates de cabeza, los movimientos a los espacios –los propios y los de los compañeros- y era tan frío para anotar como intuitivo. Era una mezcla de las armas más letales del futbol.
Como si al poder de un elefante, le añadieran la agilidad de un gueopardo, la gracia de un delfín y la determinación de un feroz león. Un imparable prodigio de la naturaleza.
¿Hay alguna lista de marcas de goles, de cualquier tipo, en el que no esté escrito su nombre?
“Mi padre", contó alguna vez, “que también era futbolista, hizo una ocasión cinco goles de cabeza en el mismo partido. Es un récord que nunca pude batir". Pero casi todo lo demás es suyo.
Para muestra dos ejemplos: es el hombre con el mayor número de goles como futbolista profesional con mil 279 y es el jugador más joven en anotar en una Final de Copa del Mundo. Lo hizo en Suecia 58 a la edad de 17 años y 239 días.
Algunos años antes, a la edad de 10 años, le hizo una promesa a su papá luego de verle llorar tras la final del Mundial del 50 que perdió Brasil con Uruguay en el Maracaná: “No llores, un día voy a ganar un Mundial para ti”, le dijo. No ganó uno, ganó tres.
Un lustro más tarde su madre, doña Celeste, no lo quería dejar ir a jugar con el Santos, su equipo insignia. Decía que Edson era muy pequeño. La historia del fútbol mundial pudo haber cambiado con aquella determinación maternal, pero para fortuna del balompié no la mantuvo.
A Vicente Feola, técnico de la Verdeamarelha en 1958, le aconsejaron tras varios exámenes y pruebas mentales, y psicológicas, que no lo llevara a Suecia 58 por su juventud, tenía 17 años.
Fue ahí, en tierras europeas, donde el mundo supo de él. Anotó seis goles, uno a Gales en los cuartos de final en su debut, tres en semifinales contra Francia y dos a Suecia en la Final. Y su leyenda empezó a emerger como una poderosa erupción de un colosal volcán.
Ahí mismo, en Suecia, tuvo otro de sus grandes sueños y del que también fue fundamental para que con el tiempo se cumpliera.
“Observé a los jugadores de todos los equipos participantes y únicamente nosotros, los brasileños, teníamos negros. Entonces también soñé que hubiera más negros en el fútbol. Hoy hay negros en todos los equipos del mundo”, ha mencionado.
Anotó 12 goles en cuatro distintas Copas del Mundo: Suecia 58, Chile 62, Inglaterra 66 y México 70. Y hasta Alemania 2006, a la llegada de Ronaldo, fue el máximo anotador de Brasil en la historia de los Mundiales.
Por si fuera poco, es el único jugador que ha ganado tres títulos del mundo. Al de Suecia y al de México, hay que añadirle el de Chile. Eso sí, estuvo rodeado de leyendas como "Garrincha", “Vavá“, Djalma Santos, “Didí”, Zagallo, Carlos Alberto, Gerzon, Jairzinho, Tostao y Rivelino, entre muchos otros.
En Santos también lo ganó todo y hacía el final de su carrera militó en el Cosmos de Nueva York. Se retiró definitivamente en 1977.
Luego ha seguido siendo una figura constante en la mercadotecnia futbolística del mundo. Ha participado, con mayor o menor éxito, en la política de su país y es embajador, además, de la ONU y de la UNICEF para distintas causas sociales.
Recientemente su salud se ha visto debilitada y pasará discretamente su cumpleaños junto a su familia, lejos de los reflectores que siempre le han acompañado.
Edson Arantes do Nascimento ha sido el mejor amigo del balón. Le han llamado Rey, Dios, Pelé, entre muchos otros apelativos. Han hecho, y seguirán haciendo, películas, libros, estudios, tratando de explicar o detallar lo que ha representado para el fútbol.
Pero quizá nadie haya hecho una mejor descripción de él que Tarcisio Burgnich, defensa de Italia que le marcó en la final de México 70: “Antes del partido me decía, ‘es de carne y hueso, como yo’. Luego comprendí que estaba equivocado”.