El cese de Nacho Ambriz como entrenador de la S.D. Huesca es un duro tropiezo para el futbol mexicano y, en particular, para el gremio de estrategas aztecas.
Raúl Méndez / El hambre de Ambriz
¿Cómo fue posible que Ambriz pudo dar el salto a Europa desde una liga en la que escasea la confianza en el estratega mexicano?
Si partimos del hecho que son una rara especie en peligro de extinción en el ecosistema llamado Liga MX, Ambriz era el único con pasaporte tricolor en Europa aunque fuera la segunda división española.
Las referencias que tenían de Nacho cuando llegó al Huesca se basaban en su paso por Osasuna como auxiliar de Javier Aguirre hace casi dos décadas y no por haber dirigido a León, tal vez el equipo que mejor futbol practicaba en nuestro país en tiempos recientes.
Huesca se había distinguido por ser un club estable que apostaba por la continuidad. En un ciclo de cuatro años consiguieron su primer ascenso al máximo circuito, luego descendieron, regresaron a primera y bajaron de nuevo. Ahora su paciencia se agotó en la duodécima jornada.
La llegada del mexicano era una apuesta de riesgo porque desconocía una liga muy exigente de cuarenta y seis fechas en la que solamente los dos equipos con el mayor puntaje suben a primera mientras que los siguientes cuatro en la clasificación disputan un playoff por el tercer y último boleto a la antes conocida como la Liga de las Estrellas.
Bajo su dirección se quedaron en media tabla, a tres puntos del descenso y cuatro de la zona de playoff para el ascenso.
Lo curioso es que marchaba en la posición 12, la misma que en México basta para ser campeón desde la repesca, pero en España no fue suficiente para mantener a un entrenador mexicano que fue valiente cuando decidió abandonar la llamada zona de confort que lo encumbraba como uno de los directores técnicos más respetados y codiciados del mercado nacional.
Decidió seguir el sueño de dirigir en Europa y se encontró con un entorno exigente que no perdona la primera crisis de resultados del foráneo, contrario aquí donde hasta se habla de un periodo de adaptación para el que llega del exterior.
Por sus logros, Ignacio Ambriz y Miguel Herrera siguen siendo los entrenadores más renombrados de su generación que merecen probar fortuna en el extranjero para subir al siguiente nivel.
Tiene que venir un periodo de reflexión sobre lo que sucede en el gremio de los entrenadores mexicanos y hacia dónde apunta su futuro.
Para los jóvenes que desean un espacio en México y para los que pretenden emigrar sería conveniente hacerse de un nombre en Brasil, Argentina o Chile y así ser captados en el radar de los clubes europeos.
Así surgen las primeras interrogantes: ¿Cómo fue posible que Ambriz pudo dar el salto a Europa desde una liga en la que escasea la confianza en el estratega mexicano? O sea, ¿cómo emigrar cuando ni siquiera hay trabajo en casa?
Comprendo la globalización del juego, pero el mismo proceso advierte que debe protegerse el producto nacional y que, al mismo tiempo, sea competitivo a nivel internacional.
Ojalá alguien más aquí o allá les dé una nueva oportunidad y demuestren su capacidad.
Hasta la próxima semana y cuídense mucho, por favor.