La venganza del 7: Miguel Layún hizo dos golazos para espantar los fantasmas del 7-0 en Santa Clara

Durante la semana todo el mundo habló de Santa Clara y el recuerdo nefasto que representaba. Es que la última vez que México pisó el césped del Levi's Stadium se fue con la goleada más grande en su historia: 7-0. El victimario fue Chile, el contexto, la Copa América Centenario, y la víctima, todo México. El número 7 pasó a convertirse en mala palabra para el diccionario mexicano, una cifra a temer.

Pero había un hombre que no estaba asustado, que ni siquiera le temía a esos supuestos fantasmas y que, incluso, portaba como estandarte el número odiado. Era Miguel Layún, a quien le tocaría una noche especial frente a Islandia. Fue inusual hasta desde lo posicional, ya que jugó de interior, casi como un doble enganche. Cortesía de Juan Carlos Osorio y su manía de probar y seguir probando.

El 7 apareció rápido en el partido, tanto que a los 7 segundos (sí, no es broma) sufrió una dura falta, que lo dejó con la espalda maltrecha al golpearse luego de un choque en el aire. El exlateral (ex hasta que Osorio decida volverlo a su posición) se recuperó rápido, por suerte para él y para el Tri. Es que tenía guardadas dos sorpresitas, una más linda que la otra.

A los 64 minutos llegaría su primera definición, a lo crack, cuando 'Chucky' Lozano le sirvió el gol después de que cinco islandeses se fueran con él y descuidaran a Miguel, que picó como delantero y definió como experto goleador. Derechazo cruzado, que besó la cara interna del poste para terminar en la red. Golazo, 2-0 para el Tri y la tranquilidad de resolver un partido que no venía fácil.

Si con eso ya había hecho bastante, lo del minuto 91 fue directamente para romperse las manos aplaudiéndolo. Desde la derecha del campo, estando fuera del área, enganchó para la zurda y metió un golazo desde 30 metros que dejó al arquero volando para la foto sin poder llegar. Impresionante. Da para revivirlo una y otra vez, aquí lo tienen.

Miguel Layún demostró, una vez más, que es de esos jugadores que se agigantan cuando se ponen la playera de su país. La siente en la piel, se transforma, incluso a veces se pasa de revoluciones y se pelea sin mucho sentido con un rival, como en el minuto 84. En el Sevilla fue duramente cuestionado por sus actuaciones, pero en el Tri es otra cosa, aunque Osorio siga probando...