En muy pocas ocasiones un futbolista de Primera División deja entrever los obstáculos más difíciles que debió pasar para lograr su sueño, menos cuando hay cuestiones que podrían tornarse ilegales. Pero Ricardo Centurión, habilidoso delantero del Racing de Avellaneda, encara por igual dentro y fuera de la cancha, es frontal, transparente, más allá que después termine arrepintiéndose. Por ello aceptó su relación con las drogas, las armas y lo difícil que fue dejar su barrio.
Futbolista argentino hace polémicas confesiones sobre su barrio, las drogas y las armas
Ricardo Centurión contó la forma en la que probó marihuana, aceptó su error por posar con pistolas y recordó que perdió a su padre a los cinco años
“Nací en una villa cerca de Avellaneda y eran muy pocas las posibilidades de ser futbolista. Lo veía muy lejos. Todo lo que veía normal eran armas, drogas y un montón de cosas que uno ve o escucha y debe callar. Perdí a mi papá muy joven y mi mamá se hizo cargo de tres hijos”, indicó al programa Podemos Hablar de Telefé.
“A mi viejo lo perdí de muy chiquito, trabajaba en una fábrica de pirotecnia ilegal. Hasta el día de hoy no se sabe cómo explotó, eran siete empleados y murieron todos. Yo tenía cinco años, ahí empezó otra nueva vida. Hoy no vuelvo (al barrio) porque ya no se puede, pasas a ser un signo pesos para mucha gente. Me dolió en su momento. Hay mucha envidia de gente que no puede salir de ahí”, dijo.
El jugador relató cómo fue la forma en la que se acercó a las drogas: “Cuando debuté en Primera me llegó todo junto, pero agarré la marihuana. Hoy en día tenés controles antidoping que te pueden caer de sorpresa, quizás te cae en la semana y si lo hiciste es una mancha que no te la sacás más. Antes era uno por semana y te podías mandar un ‘blooper’”.
Centurión se volvió famoso de forma internacional por posar en fotografías con algunas armas: “Me gustan, pero me jugó muy en contra. La primera foto que me saqué con un arma fue antes de ser profesional. Cuando fui profesional empezó a circular. La otra foto estaba en la casa de un amigo con una ithaca doble caño, me saqué la foto y no me acuerdo a quién se la mandé. Otra vez me mataron, pero me gustan las armas. Si me criaba con un yate, me sacaba fotos con un yate, jamás cometí un delito porque sabía que después llegaba a mi casa”. Así las historias que pocas veces se saben de los jugadores.