Hace unas décadas atrás, Camerún era la mejor selección africana del mundo. Tenían estrellas en Europa, pasaban de ronda en los mundiales y se hartaban de ganar títulos de Copa Africana de Naciones.
Guerra en África: clubes europeos contra selecciones nacionales
La Copa Africana se juega en enero para evitar el calor del verano provocando que Europa siempre busque sabotearla.
Hoy por hoy “Los Leones Indomables” son un fiasco boicoteado por sus propios futbolistas. Sus figuras como el zaguero del Liverpool, Joel Matip, y el volante del Schalke 04, Eric Maxim Choupo-Moting (junto con otros seis jugadores), rajaron de la selección cuando estaban incluidos en la lista del estratega belga Hugo Broos para disputar la Copa.
La Federación Camerunesa de Fútbol puede solicitar a la FIFA la suspensión de esos ocho futbolistas durante las tres semanas de duración del torneo en Gabón, pues se trata de una competencia absolutamente oficial. A nadie le queda duda de que los causantes de esas “rajadas” fueron ni más ni menos que sus clubes europeos.
En sus mejores años, Samuel Eto’o se retiró de su selección en incontables ocasiones sólo para acabar regresando cuando Camerún logró calificarse para los Mundiales de 2010 y 2014 (claro, los Mundiales se hacen en verano y no chocan con la temporada europea). Didier Drogba, en contraste, nunca rehusó ponerse la camiseta de Costa de Marfil, a pesar de que su país sigue sumergido en una sangrienta guerra civil desde hace ya varios años. Aubameyang tampoco rajó.
Los clubes europeos, sin embargo, tienen argumentos válidos para sentirse frustrados por el calendario de la Copa Africana: ellos pagan el salario de los futbolistas y (si vuelven lesionados) ellos pagarán su atención médica. Está también el caso del Leicester City que no podrá contar con Riyad Mahrez ni Islam Slimani que se van con Argelia, ni con Daniel Amartey que estará con Ghana. Los “Foxes” se juegan el descenso sin tres piezas fundamentales.
La Copa Africana es necesaria para el desarrollo del balompié del "Continente Negro". Sin ella, sus selecciones tendrían aún menos partidos oficiales de preparación y acabarían todas como el Camerún actual: de “Leones Indomables” a Leones bastante flacos, ya próximos a la muerte por hambruna. Buscar el modo de armonizar los calendarios del fútbol europeo y de la Copa Africana hubiera sido buen tema a tratar en el Consejo de la FIFA, pero a Infantino le gustó más imponer su Mundial de 48.
Sin la mediación de una FIFA que está más preocupada por aumentar las ganancias que por resolver el añejo conflicto entre Europa y África, la guerra de los clubes europeos por los futbolistas africanos continuará dañando el fútbol en ambos continentes. Los clubes pierden a sus figuras y las selecciones no tienen paz con los europeos detrás intentando sabotearlos.