Napoleón Bonaparte, el genio militar más grande de la historia francesa, no nació en Francia sino en la isla de Córcega. Nació en el Mediterráneo. Dicen que su coraje y gallardía se debían a su baja estatura física (‘El valor de un hombre es medido de la cabeza al cielo’), pero se cree que el fuego más bien ardía a través de sus venas.
Bienvenidos a la Isla de la Muerte: Bastia y su fútbol infernal
Se trata de un pequeño club francés de una pequeña isla francesa cuyos barrabravas aborrecen todo lo que huela a Francia.
La invasión de decenas de iracundos aficionados corsos del Sporting Club de Bastia para asaltar a los futbolistas del Olympique de Lyon forzando la suspensión del partido no es sino la última de una serie de imágenes sanguinarias muy características del Estadio Furiani en Córcega. ‘¿Es legal el racismo en Francia, o solamente es legal en Bastia?’ preguntó Mario Balotelli cuando le lanzaron improperios por su color de piel en el tradicional duelo candente con el Niza.
En realidad, los ánimos de los radicales del Bastia suelen caldearse contra cualquier club francés. Contra el Niza y el Marsella porque son ‘los enemigos de la Costa’; contra el París Saint-Germain porque es el ‘enemigo de la Capital’, y contra el Gazelec Ajaccio y el AC Ajaccio (en el cual el guardameta mexicano Guillermo Ochoa brindó sus mejores actuaciones en Europa) porque son los ‘enemigos de la Isla’.
Para todos tienen los corsos del Bastia. Hasta para ellos mismos.
El cinco de mayo de 1992, 18 aficionados perdieron la vida cuando una de las gradas del Estadio Armand Cesari se colapsó furiosamente hiriendo de gravedad a otros dos mil: el infame Desastre del Furiani. La directiva del Bastia y las autoridades isleñas habían aprobado la colocación improvisada de esa grada para aprovechar la visita del Marsella para las semifinales de la Copa de Francia y ganar más dinero en el boletaje (ver fotogalería arriba).
El Bastia no es un vulgar equipo de fútbol con una minoría de aficionados endemoniados, como podría aparentar a simple vista. Fundado en 1905, es el club más viejo de Córcega y, como tal, se ha convertido en símbolo futbolístico de la lucha histórica de los corsos por separarse de Francia. Hablan su propia lengua corsa más parecida al italiano que al francés y cuentan con su propia bandera nacional (‘La Cabeza del Moro’) usada durante siglos para resistir invasiones extranjeras en sus playas.
Ante la reciente oleada de terrorismo radical islámico en Francia, el también grupo terrorista Frente de la Liberación Nacional de Córcega (FLNC), advirtió al Estado Islámico que cualquier ataque contra Córcega sería contratacado del mismo modo, pero aumentado. Francia solía ser el objetivo de los atentados del FLNC hasta que se declaró el cese al fuego en 2014.
Aunque los corsos siguen cociéndose aparte. ‘Tristes sí estamos, franceses jamás seremos’, se gritaba en las tribunas del Furiani mientras se hacían minutos de silencio o se tocaba el himno francés en conmemoración de los ataques a París de noviembre del 2015. El SC Bastia ha hecho de Córcega una cancha mortal en la que los clubes franceses no son bienvenidos.
Pequeña, como pequeño era también cierto viejo genio militar que conquistó Francia antes de conquistar Europa, Córcega ve en los partidos del Bastia la única vía de vencer a los enemigos que están más allá de la Costa.