FRANCIA.- El clásico entre el Olympique Marsella, que jugó más de una parte con un jugador menos, y el Olympique Lyon estuvo marcado por los incidentes que provocaron su interrupción durante veinte minutos, el agitado retorno al Velodrome de Mathieu Valbuena y un final igualado (1-1).
El hostil recibimiento al que fue sometido Valbuena, que militó durante ocho años en el Marsella y que regresaba a su recinto con la camiseta de su máximo rival, incendió el ambiente desde el principio. Y no paró durante casi todo el tiempo.
Un muñeco ahorcado y colgado desde el fondo ultra del Velodrome con la figura de Valbuena, al grito de 'traidor', recibió a los visitantes. Previamente, una camiseta del internacional galo fue quemada por algunos seguidores. Y grandes pancartas amenazantes delataban al futbolista como desleal o desertor.
En el minuto 60, el árbitro Ruddy Buquet decidió detener el choque que completaba la sexta jornada de la Liga de Francia. El lanzamiento de objetos, frecuente cada vez que un jugador visitante se disponía a poner un balón en juego, se intensificó. Las bengalas aparecieron. Y el choque permaneció parado durante veinte minutos.
Hasta ese momento, la tensión en el ambiente del estadio emergía cada vez que Valbuena tocaba el balón. Explotó en el minuto 25, cuando Alexandre Lacazzete transformó un penalti cometido sobre él que adelantaba al Lyon en el marcador.
El Marsella, desquiciado, se quedó con diez hombres antes del descanso. Romain Alessandrini vio la tarjeta roja al ejecutar una violenta entrada sobre Valbuena.
Los ánimos no se aplacaron con el descanso. Todo lo contrario. El lanzamiento de bengalas llevó finalmente al árbitro a la decisión de suspender el partido. Los jugadores se marcharon al vestuario. Aunque regresaron pasados veinte minutos.
El choque siguió e inesperadamente el Marsella evitó la derrota. A veinte minutos del final, un córner lanzado por el marroquí Abdelaziz Barrada fue rematado de cabeza por el holandés de ascendencia tunecina Karim Rekik, que estableció el empate y frustró las expectativas del Lyon, rival del Valencia en la Liga de Campeones.