El empate entre México y Costa Rica pone de nuevo en el tapete el tema del gigante de CONCACAF. La Copa Oro se cotiza alto.
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El empate de México y Costa Rica demuestra la realidad del momento.
El empate entre México y Costa Rica pone de nuevo en el tapete el tema del gigante de CONCACAF. La zona se estrecha cada vez y ya no valen pergaminos del pasado ni los nombres y apellidos que se paran en el campo.
Más allá de las consideraciones que uno pueda otorgar debido a que era un partido amistoso, México no se puede permitir "regalar" un tiempo como lo hizo ante Costa Rica. A estas alturas el Tri debería estar preparado y conocer el verdadero potencial de sus rivales.
Tras el partido se escucharon expresiones como "Costa Rica nos sorprendió en la primera parte" o "No supimos como ordenarnos ante el juego de Costa Rica". A estas alturas Costa Rica no debería sorprender a nadie, sus resultados y estilo de juego avalan el puesto que ocupan en el ranking FIFA. Nadie les ha regalado nada.
Es cierto que México venía de un periodo de descanso más prolongado que el de los ticos y que estaban probando un esquema nuevo, pero los ajustes que hizo Miguel Herrera en el descanso y los resultados que dieron en la segunda parte demuestran que lo ocurrido en la primera mitad era evitable.
Al final el resultado de 2-2 es justo y pone en buena perspectiva la realidad de los dos equipos. Lo que ambos técnicos tienen que corregir es el cómo se dio ese empate. Por el lado de México, como ya dijimos, tiene que entrar concentrado desde el minuto 1 y dejar el corazón en la cancha los 90 minutos, sin importar cuál es el rival que tenga enfrente.
En el caso de Costa Rica, aplica lo mismo que le achamos a México. Wanchope y sus jugadores tenían que haber previsto que México iba a salir a darlo todo en el segundo tiempo. En el fútbol no se vive de las rentas, unos minutos de desconcentración se pagan caro.
El medio cupo para la Copa Confederaciones se cotiza alto hoy en día.
