Hay fiestas imperdibles y un Clásico entre Real Madrid y Barcelona es una de ellas. No importa si el encuentro es en España, Inglaterra o Estados Unidos, la expectativa siempre dividirá a dos de los clubes más importantes del mundo.
Miami nos lo confirmó: el Clásico entre Barcelona y Real Madrid se pintó de blaugrana
Partidazo en el Hard Rock Stadium entre los dos equipos más emblemáticos del fútbol contemporáneo; los culés acabaron venciendo 3-2 al club merengue.
Miami nos lo confirmó cuando la constelación de estrellas de ambos equipos saltaron al césped del Hard Rock Stadium para jugar un amistoso que de amistoso no tuvo nada.
El trepidante clima de la Ciudad del Sol vio cómo desde temprana hora aficionados de todas las nacionalidades se fundieron en dos uniformes. El juego fue un éxito desde meses antes cuando los boletos fueron devorados por los hinchas del Real Madrid y Barcelona.
Una delicia. Eso fue el partido. Cada dólar que se pagó para ver el partido valió la pena. El juego fue un cúmulo de emociones desde el primer instante cuando los dos clubes demostraron que ganar era una obligación y no solo un buen momento que pasar sobre la paradisiaca sede del encuentro.
Los ojos estaban puestos en Neymar. El crack azulgrana pudo jugar hoy su último partido con la camiseta de Barcelona; distintos rumores de la prensa francesa y española apuntan a que el siguiente martes el brasileño estará siendo presentado con el Paris Saint Germain.
Con esa idea la mirada hacía que cada pelota que fuera controlada o pateada por el astro del Barcelona fuera seguida con gran atención.
Sin Cristiano Ronaldo, pero con Karim Benzema y Gareth Bale, el Real Madrid buscó dar pelea a la MSN conformada por el tridente más explosivo de toda Europa. Hoy, en el debut de Ernesto Valverde en el timón culé durante su primer clásico, no faltó ni Messi, Suárez y el propio Neymar.
El juego fue de toma y daca, de tiki y de taka. De blanco y de azulgrana, con llegadas uno y otro lado.
Pintaba desde un inicio para ser un clásico muy culé. Pronto, Lionel Messi demostró quién manda en el Barcelona, quién es el ídolo y la base del proyecto. El argentino venció a Keylor Navas con un poco de suerte, se fue a la banda y besó el escudo blaugrana, un tanto lastimado por la desidia de Neymar.
El 2-0 llegó igual de rápido, antes de los 10 minutos de partido. Una jugada que comenzó Neymar culminó con un potente disparo del croata Ivan Rakitic para dejar estático a Keylor Navas.
El juego parecía tomar rumbo muy temprano, con un Real Madrid que dejaba muchas dudas, aplastado por un Barcelona hambriento y con ganas de recordar antiguos episodios como el 5-0 que inició la Era Mourinho en el equipo merengue, o aquel 2-6 en los momentos más mágicos de Ronaldinho en el equipo.
Pero el Real Madrid es el Real Madrid; el señorío blanco no iba a ser expuesto en Miami. Una gran definición de Mateo Kovacic acortó el marcador para los de Zinedine Zidane.
Fue el propio jugador croata quien inició el contragolpe que abrió el camino para que el bicampeón de Europa empatara el marcador, ahora, tras una exquisita definición de Marco Asensio, hoy titular en lugar del ausente Cristiano Ronaldo.
Antes de la vorágine de cambios, llegó el 3-2 del Barcelona tras un gol del ‘Presidente’, de la insignia culé en defensa: Gerard Piqué.
Luego, la entrada de todos los jugadores que estaban en el banquillo, el adiós de Messi, de Suárez y el cambio de Neymar que se fue del juego a los 72 minutos de partido.
En resumen, un triunfo de 3-2 para el Barcelona sobre un sobresaliente Real Madrid. Una fiesta para la gran comunidad latina de Miami y un regalo para todo aquel aficionado que desde cualquier punto del planeta siguió la madre de todos los partidos, el gran Clásico de España que pronto se ha convertido en el juego más importante del balompié moderno.
Será en dos semanas cuando Barcelona y Real Madrid se vuelvan a encontrar; el Camp Nou de Barcelona será la sede de la Supercopa de España, probablemente sin Neymar, seguramente con Cristiano Ronaldo, quizá con algún fichaje de peso por parte de alguna escuadra y con exactitud, con la misma emoción que hoy nos regalaron las dos escuadras.