Lo recordamos como la punta de lanza del Mundial Sub 17 de Perú; aún no olvidamos esa mágica palomita que abrió el marcador ante Brasil en aquella final de 2005.
Opinión: Carlos Vela, el crack que todos esperamos… y que nunca explotó
Se apaga la vela del mexicano en Europa; fue el eje de lanza de una generación que ilusionó con todo al pueblo mexicano.
Nos contaron que no existía comparación con su hermano Alejandro, que en aquel entonces despuntaba en las Chivas. Señalaban que Carlos era mil veces mejor y que estaba llamado a ser la figura del Rebaño Sagrado y de la selección mexicana.
Seguimos su disputa con Chivas y su traspaso al Arsenal, apenas a los 17 años. Estuvimos pendientes de sus actuaciones en el Estadio Helmántico, casa del Salamanca, donde la afición española lo alababa como la gran figura del club.
Y ahí, anhelamos que en el Arsenal tuviera las oportunidades para convertirse en el jugador que todos esperamos, el que anhelamos y el que llenara las falencias en ataque del fútbol mexicano.
Nos emocionaron las palabras de Arsene Wenger apuntando al extraordinario talento de Vela y la capacidad que tenía para ser un atacante de elite mundial.
Y así, semana a semana nos esperanzaba. Luego, mes a mes y después, temporada a temporada esa ilusión se empezó a convertir en desesperación.
Aquel niño con tremendo talento, al que medio mundo alababa, no terminaba por despuntar en Europa. Cesión en cesión, no encontraba su lugar en el que explotara esas tremendas condiciones futbolísticas que tenía.
Muchas veces se ha dicho que el problema del futbolista mexicano no está en su falta de talento, sino en la mente. Mucho tiempo después, entendimos que la gente no mentía en torno a Vela, sino que él no quería darles la razón.
La Real Sociedad fue el eje de lanza de su carrera. El lugar donde más y mejor jugó; tres temporadas ilusionaron y lo convirtieron en ídolo, pero después, muy poco y casi nada.
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Curiosamente, los mejores momentos en la carrera de Vela con la Real Sociedad se dieron cuando estaba autoseparado de la selección mexicana. En ese momento, pese a todo, soñamos con verlo regresar a un equipo importante, top de Europa, donde regresara a los primeros planos y donde demostrara esa calidad.
Pero tampoco. Vela quería sentirse cómodo, estando en un club que lo arropara, que no le exigiera lo que exige un grande; en general, un lugar donde fuera feliz.
La disyuntiva es la siguiente: ¿Somos capaces de criticarle a una persona no trabajar en un lugar donde es infeliz y donde no está cómodo?
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El Caso Vela pasa por el romanticismo de un hincha que quiso verlo en otro lugar, donde estamos seguros pudo haber explotado más su talento y ser ese jugador que todos deseamos que fuera.
Pero él no quiso y por más que se le critique, tuvo todo el derecho en elegir ser feliz en la Real Sociedad y no ir a otro club con mayor presión.
El fútbol era su trabajo, no su pasión. Hay gente que va a trabajar por comodidad y no por exigencia. Carlos Vela entra en ese sector.
Hoy, en la MLS tiene la oportunidad de llegar a una buena liga donde será ídolo. Nadie le puede criticar su decisión de volver a América, cerca de su familia, donde va a ser feliz, donde va a estar cómodo y donde cosechará las bases de su futuro cuando su trabajo, el fútbol, se termine.
Del lado del hincha o el aficionado, solo queda esa cosquilla de saber hasta dónde hubiera llegado si él tan solo lo hubiera querido.