Opinión: ¿Qué culpa tiene Juan Carlos Osorio?
El DT de la Selección Mexicana tiene números más que aprobatorios, pero las formas de conseguirlas no convencen a un gran sector de la afición.
Hay un dicho mexicano que reza "no hay chile que les embone". Quitando el albur (doble sentido, para aquellos que desconocen del folclor mexicano), la frase explica que es más fácil ganar el Nobel de Literatura sin concluir la escuela primaria que mantener a un mexicano 100 por ciento satisfecho.
La Selección Mexicana más exitosa en un proceso mundialista que se haya visto en este siglo no tiene contenta a mucha gente. México está a una victoria de asegurar su pase a Rusia 2018, con tres partidos de anticipación, clasificó a la Semifinal de la Copa Confederaciones -por segunda vez en el siglo XXI- con siete de nueve puntos disponibles logrados y, en 20 meses, la etapa de su entrenador, Juan Carlos Osorio, sólo acumula dos derrotas, una de ellas en partido amistoso, en 27 juegos, por 20 victorias.
El otro descalabro, el escandaloso 7-0 ante Chile en los Cuartos de Final de la Copa América 2016, es la palanca de aquellos a quienes disgusta o incluso detestan el sistema de juego y de trabajo de Osorio. Desde aquel día, mandar a la banca a Javier Hernández por decisión táctica es un agravio constitucional.
El colombiano desafía con sus rotaciones ese principio básico de respetar a quienes juegan bien, de repetir alineaciones ganadoras, de no tener que arreglar lo que funciona bien.
Pero la metodología Osorio funciona de manera tan precisa que a veces espanta. Se le ganó por idéntico marcador y forma -viniendo de atrás- a la débil Nueva Zelanda y a la anfitriona Rusia. Alcanzó con ella también para empatar con el campeón de Europa, que tiene al mejor futbolista del mundo. Para cada partido, con una alineación diferente y diseñada al tamaño del rival.
Tal como pasó hace tres años en el Mundial, el Tri ganó dos partidos y empató contra el que habla portugués. A Miguel Herrera se le celebró todo. A Juan Carlos Osorio se le cuestiona todo.
Un 3-0 contra Honduras y otro contra El Salvador -en su debut en el cargo- en el Estadio Azteca, además de uno contra Canadá en Vancouver, dan cuenta de las únicas goleadas de la era Osorio en el Tri. Poco, si viajamos al pasado a aquellas épocas cuando México masacraba a sus rivales de CONCACAF por decreto. Es un lugar común ya hablar de que las distancias se han acortado, que Jamaica se encierra mejor en el Azteca y que Estados Unidos tiene un atacante de menos de 20 años de clase mundial, pero es una realidad.
México tiene una generación que ya había sido exitosa en categorías inferiores: rumbo a Rusia 2018 convergen los campeones mundiales Sub 17 de Perú 2005, el tercer lugar del Sub 20 de Colombia 2011 y los campeones olímpicos de Londres 2012. (Habría sido deseable un campeón Sub 17 de 2011 por ahí, pero no todo se puede en la vida.) Potencialmente, puede ser la mejor generación de su historia, pero ese veredicto sólo podrá darse el próximo año en Rusia.
En resultados, el proceso ha sido el más aciago que se recuerde en mucho tiempo. Si el Tri clasifica al Mundial el 1 de septiembre, ni siquiera aquella ocasión del "caminando" de La Volpe para Alemania 2006 habría sido tan anticipada. Una victoria más en esta Confederaciones, sea en Semifinal o por el tercer lugar, le dará a México su mejor participación en el certamen desde el título de 1999 en su territorio.
México tardó 28 años en ganar su primer punto en Mundiales y 32 para su primera victoria. Para bien, a México ya se le olvidó aquella dolorosa estirpe que dominó la región, pero era exhibida ante el resto del mundo. Desde los años 90, México es la constancia del nivel medianamente competitivo: sólo el Tri, Alemania y Brasil han pasado a todas las segundas rondas de los Mundiales desde Estados Unidos 1994, lapso en el que el 'Scratch' ha acumulado dos títulos, la 'Mannschaft' uno y México, seis derrotas en Octavos de Final.
Hubo algún técnico, en algún lugar, hace no mucho tiempo, al que se le ocurrió amontonar a tres defensas centrales y que sus laterales subieran al ataque. Loco. Otro, más tiempo atrás, que dejó de jugar con cinco delanteros. Un tal Rinus Michels tuvo la osadía de pedirle a todos sus jugadores que ataquen y defiendan. A Osorio se le ha ocurrido pensar fuera de la caja: sacar a sus jugadores de su posición natural -una zona de confort- y de los sistemas armados por otros. Los resultados, hasta el momento, son de 20 victorias, cinco empates y dos derrotas. Si fuera por puntos, una efectividad del 80 por ciento.
Podemos matizarlo con el nivel de CONCACAF y de algunos rivales de amistosos. Va. Mismos escenarios de sus antecesores. Con todo y que Honduras y Estados Unidos están en época de transición y Costa Rica tiene altibajos, no recuerdo una selección del área a la que en algún momento fuera imposible ganarles, en casa o fuera de ella.
Por supuesto que hay aspectos por mejorar: la defensa se ha mostrado frágil, especialmente en la velocidad y en las salidas. Tres de los cuatro goles recibidos en esta Confederaciones han sido producto de pifias en la zaga. Los rivales de México se muestran peligrosos cuando pisan su área. Y pensar que México puede generar un asueto de tres días por festejos de un título mundial parece muy lejano.
No todos los revolucionarios triunfan. Y quizás, admito, el calificativo le queda alto al técnico colombiano. Al final, Osorio y sus eventuales tres años de trabajo serán recordados por el resultado de su último partido en el Mundial. Sólo lo salvaría del juicio sumario que sea en una instancia posterior a los Octavos de Final, pues 31 de los 32 equipos que jueguen en Rusia terminarán su participación en derrota o echados temprano, en primera ronda.
Entonces sabremos qué tanto vale la pena jugar sin contenciones.