“La primera vez que de verdad, que hice un intento de… que realmente pensé suicidarme fue manejando en una autopista: pisé el acelerador y no lo quité. Después me di cuenta que no solamente me dañaría a mí mismo, sino que también dañaría a otros. Fue un día negro en mi vida.”
Insomnio, angustia, depresión: cuando llega el retiro y con él la pregunta ¿ahora qué?
Jason Brown, guardameta galés quien jugó en la Premier, confiesa no saber dónde estaría si no entrenara jóvenes tras colgar los guantes.
Así se lo reveló el exfutbolista británico Jason Brown al periodista Rob Harris en una entrevista que toca el lado más duro de las carreras de los jugadores: cuando estas acaban y no saben qué sigue después. En su tiempo en activo, Brown defendió la meta de Gales y del Blackburn.
“Padezco depresión y no hay por qué sentirme avergonzado. Nunca me curaré”, dijo categórico.
Harris sugiere que su caso suele ocurrir entre deportistas profesionales, quienes a menudo están expuestos a la admiración de la gente, a estadios llenos y a la atención de los medios de comunicación. Al retirarse no solamente pierden la adulación, sino que también la estructura de sus vidas: “entrenamiento, descanso, partidos”.
Para Brown, entrenar a los jóvenes del Arsenal, su ocupación actual, es su distracción. “Honestamente, si no tuviera esta distracción no estaría conversando contigo ahora mismo”, le confesó a Harris.
La entrevista menciona la muerte en 2009 del entrenador de la selección galesa, Gary Speed, quien como futbolista jugó en el Newcastle y en el Everton. Una mañana apareció colgado de una viga de su cochera, aunque la investigación judicial aún no califica el deceso como suicidio. La esposa de Speed, Louise, declaró que su marido se sentía muy estresado por su trabajo de seleccionador.
Retirado en el 2015, Brown, entonces de 32 años, disolvió su matrimonio y comenzó a decaer físicamente: “Te vuelves paranoico y te angustias… Toqué fondo cuando pasé cinco noches consecutivas sin dormir. No comía, perdí peso y experimenté síntomas relacionados a la anorexia.”
Si él accedió a contarle a Harris los momentos más duros de su vida después del fútbol, fue por un motivo. Por otros compañeros en la misma situación. “No debes sentirte débil. (Hablarlo) te hace todo menos débil. Alguien con el coraje de admitir que tiene un problema es más fuerte que cualquier deportista preparándose para una competencia”.
Harris explica que Brown se puso en contacto con el servicio de atención psicológica de la Asociación de Futbolistas Profesionales del Reino Unido en una noche a las tres de la madrugada. La llamada que cambió el curso de su vida.
“Hablo abiertamente de todo por lo que he pasado porque es parte de mi trabajo y de lo que quiero hacer: intentar ayudar a otras personas”.
Traducción de César Martínez.