MADRID, España - El Real Madrid derrotó al vigente campeón de Europa, el Bayern de Múnich, en el primer capítulo de semifinales de Liga de Campeones, sobreviviendo a un asedio para imponer la pegada a la posesión y tomar ventaja en un duelo de puro fútbol con dos estilos dispares, que decantó el tanto de Karim Benzema.
Real Madrid 1 - Bayern Múnich 0: Un gol de Benzema da esperanzas al Madrid
Un gol del francés Karim Benzema, en el minuto 19, dio ventaja al Real Madrid frente al Bayern Múnich para el partido de vuelta de Champions.
Por cuarto año consecutivo el Santiago Bernabéu se engalanaba para unas semifinales con sabor a clásico del fútbol europeo. El Bayern de la excelencia, retocado con maestría por Pep Guardiola, era el examen más duro de la temporada para el Real Madrid de Carlo Ancelotti. Lanzado anímicamente por la conquista de la Copa del Rey, el deseo de la 'Décima' generó un ambiente mágico en el estadio.
Tumbar al Barcelona insufló el empujón moral que necesitaba un Real Madrid que no daba la talla en las grandes citas, salvo contadas ocasiones. Así apareció un equipo de rojo, que si hubiese cambiado sus colores por los azulgranas todos habrían creído ver al mejor Barcelona de la historia diseñado por Guardiola. Toque con paciencia hasta encontrar el camino del peligro, lección de presión alta y asfixiante, exhibición de un estilo para minimizar las cualidades del Real Madrid.
La personalidad del Bayern le condujo a salir a dominar en un templo. Con Guardiola lo contrario no es negociable. Los resultadistas podrán agarrarse a planteamientos rácanos como el del Chelsea de José Mourinho en el Vicente Calderón, pero el camino más corto al éxito es el buen fútbol, aunque en ocasiones tenga tropezones como el de hoy.
El Real Madrid fue empujado a golpes a su terreno. De nada sirvió el planteamiento inicial de Ancelotti. El mismo que la final de Copa del Rey, con Cristiano por Bale como segunda punta. Fiel a la historia del club, salió por el rival con sus armas. El 4-4-2 buscó anular espacios defensivos entre líneas pero los alemanes fueron los dueños del balón.
A un equipo ganador, Guardiola le ha sabido dar pausa. Para sus críticos excesiva, por la elaboración de cada jugada. El 90% de la posesión era suya. El Real Madrid no veía la pelota. Presionado por tres rivales cada vez que uno de sus jugadores la tenía. Obligado a regalarla o dar un patadón a la nada. Xabi Alonso o Luka Modric debían aparecer para dar al botón de pausa y cambiar la dinámica. La afición veía la exhibición y lejos de silenciarse se dio cuenta del momento y empujó a su equipo.
Los madridistas se convirtieron en guerreros que mostraban su raza en defensa. Cercados por su rival. Con Casillas preparado para lo peor. Empujados a jugar al contraataque, la velocidad de Di María y Cristiano era una esperanza que asomaba en el horizonte si las fuerzas del Bayern flaqueaban o tenían un momento de duda. Pep salió con 'nueve', Mandzukic, tres dueños del centro del campo -Lahm, Schweinsteiger y Kroos- y dos puñales de extremos como Robben y Ribery.
Maniatado, el Real Madrid no tenía opción de jugar ni de adelantar su línea de presión. Vio como Robben chutaba y tapaba el disparo Ramos. Como un cabezazo de Schweinsteiger moría blando en manos de Iker o como Pepe salvó a su equipo lanzándose al césped a un remate de Kross tras perfecta dejada de Mandzukic. No había noticias madridistas cuando de golpe, de forma inesperada, salió a relucir su pegada. La primera vez que llegó a tres cuartos del campo, el pase en profundidad de Cristiano al desmarque de Coentrao culminó con asistencia medida a Benzema que marcó a placer.
Explotó de ilusión un estadio al que le costaba creer lo que veía. Fueron los únicos instantes del primer acto en los que el Bayern se tambaleó. De golpe la posesión sin profundidad fue alemana y las ocasiones madridistas. Di María sacó un pase medido a la cabeza de Cristiano que remató abajo a Neuer y otra contra letal acabó con un disparo del argentino, que pecó de egoísmo con Ronaldo desmarcado para chutar.
Recuperada la autoestima el Real Madrid, metió el susto en el cuerpo a su rival. Sus llegadas no tenían remates a puerta y cualquier despiste era castigado con una transición difícil de frenar. Así, tras un testarazo de Dante a Iker, llegó un error que rondará la cabeza de Cristiano toda la noche. Benzema fue el asistente en esta ocasión y como en la acción del gol, con todo a favor llegando en carrera, el portugués que regresaba tras su lesión muscular, chutó a las nubes.
Le faltó acierto para dar un golpe en la mesa al Real Madrid porque de nuevo al borde del descanso, un balón cayó a Di María en el segundo palo y escorado, fusiló arriba desviado. Encontró el camino hacia las ocasiones. Cuando imprimió velocidad a la salida de balón, Benzema mató con calidad el balón y la llegada de segunda línea puso el remate. Cristiano pecó de egoísmo en la última.
Las cartas estaban sobre la mesa en el segundo acto y con el marcador a su favor y sin la sorpresa inicial, el Real Madrid sabía a qué jugar. Mantuvo su solidez defensiva y con más espacios para explotar su virtudes ofensivas buscó un triunfo mayor. Lo evitó Neuer, que sacó abajo un disparo cruzado de Cristiano nada más reanudarse el partido.
En defensa Carvajal se imponía a un desconocido Ribery y era la insistencia de Robben el principal argumento de peligro. Casillas sacó los puños a un centro peligroso y detuvo con facilidad un disparo del holandés. Guardiola no paraba de quejarse en su zona técnica. De cada perdida de tiempo del rival, de cada error de sus jugadores. Movió piezas en el tablero. Javi Martínez al centro del campo y Götze por Ribery. La desconexión protagonizada tras conquistar la Bundesliga no podía afectar en el Bernabéu.
Jugó mermado Cristiano y pese a ello dio todo en cada acción de ataque. A los 68 minutos su último acto antes de dejar su puesto a Bale, fue un chut abajo con la zurda que de nuevo le sacó Neuer. Entraba el héroe de Copa y Pepe, el mejor defensa en el campo, no pudo más y dejó su sitio a Varane.
El último cuarto de hora de la primera batalla fue de empuje alemán hasta la extenuación. El Real Madrid puso un muro que no se rompió salvo por un grave error que pudo costar la eliminatoria. Tras un disparo de Müller buscando la escuadra que desvió Varane, llegó un exceso de confianza de Modric que pudo costar caro. Ramos arrasó con todo y el balón cayó al croata que regateó dentro de su área en vez de despejar. El balón perdido acabó en una ocasión de Götze que fusiló a Casillas y se encontró con la rápida reacción del capitán madridista.