Del oscurantismo que implicó no clasificarse al Mundial de Rusia, hoy Italia muestra claramente que con Roberto Mancini ha renacido.
Raúl Méndez | El renacimiento de la Nazionale
Le tomó tres años a Mancini construir tras el fracaso. Parece destinado a liderar empresas casi imposibles. Acabó con el ayuno del Inter de Milán que se benefició del Calciopoli al arrebatarle en la mesa a la Juve un scudetto y lo revalidó en la cancha al año siguiente sin medirse a la Vecchia Signora que fue enviada a la Serie B como castigo por el escándalo.
Luego ratificó su condición cuando hizo campeón inglés al Manchester City después de 44 años.
De la gloria al fracaso para el estratega italiano que deambuló por Turquía, Rusia y un fallido retorno al Inter.
Lejos de estar en su mejor momento como entrenador le llegó la oportunidad de dirigir a Italia, un gigante inmerso en una crisis histórica sin rumbo ni identidad.
Hoy la squadra azzurra tiene 28 juegos sin perder y su estilo no es el típico Catenaccio aunque conserva su solidez defensiva a tal grado que Gianluigi Donnarumma está cerca de la marca de imbatibilidad, en poder del legendario Dino Zoff.
Del último once que utilizó el malogrado Gian Piero Ventura cinco jugadores fueron titulares en el debut en la Euro contra Turquía: los eternos bastiones de la zaga Leonardo Bonucci y Giorgio Chiellini, el lateral Alessandro Florenzi, el regista Jorginho y el goleador Immobile.
Hoy son la columna vertebral en una formación base 4-3-3 que incluye a Donnarumma, quien sucede en el arco a Gianluigi Buffon tras dos décadas de servicio. La defensa se completa con Leonardo Spinazzola por la izquierda aunque tiene la capacidad para manejar las dos bandas.
En el medio campo la intención original de Mancini era que Jorginho y el sorprendente Nicolo Barella fueran acompañados por Marco Verrati pero el jugador del PSG está en la etapa final de su recuperación por una lesión de rodilla. En su lugar ha sorprendido Manuel Locatelli del Sassuolo, que se frota las manos para venderlo a postores como la Juventus, Borussia Dortmund o Atlético de Madrid.
Del modesto Sassuolo también destaca Domenico Berardi como extremo derecho, en detrimento de Federico Chiesa. Completa el once el enorme Lorenzo Insigne desde la izquierda. Ambos atacan a perfil cambiado en el dibujo de Mancini en cuyo once están representados nueve equipos. Sólo Juve y Sassuolo tienen dos representantes cada uno.
Ante Turquía consiguió lo que nunca en la historia de las Eurocopas: marcar más de dos goles en un partido. Sello distintivo del ADN italiano. El catenaccio en automático les permitía ganar con ventajas mínimas, no había necesidad de ir por más goles sino proteger el que ya tenían.
Mancini tiene algo de Zdenek Zeman, el entrenador de culto en Italia, quien se atrevió a desafiar el establishment nacional con su estilo ultra ofensivo desde los años noventa. El tridente Verrati-Insigne-Immobile son herencia del checo de su inolvidable paso por el Pescara en el que batieron récords de goles y puntos para ascender a la Serie A.
Esta es la nueva Italia de Roberto Mancini.
Hasta la próxima semana. Cuídense mucho, por favor.