Por casi dos décadas, Bélgica en fútbol era sinónimo de Marc Wilmots. Éste era un mediocampista hosco, robusto, fortachón, corpulento, voluminoso, pesado y con cara de pocos amigos. Un leñador europeo. Poco o nada que ver con, digamos, Eden Hazard: pequeño, escurridizo, sofisticado, brillante, magistral, ligero, genio y figura.
Bélgica: de equipo del montón a constelación de estrellas y cracks
Los Hazard, De Bruyne y Carrasco no surgieron por generación espontánea, sino mediante un plan maestro pensado por alguien llamado Michel Sablon.
Todo terminó en la Euro del 2000 organizada por Holanda y Bélgica. Decimos que todo terminó porque entonces se agotó finalmente el buen nombre que los Diablos Rojos habían conseguido llegando a semifinales en México 1986. En su propia Eurocopa, cayeron eliminados a las primeras de cambio. El cambio, indiscutiblemente, era necesario.
Así, el presidente de la federación nacional encomendó a uno de los asistentes técnicos de la selección en los mundiales del 86, del 90 y del 94, Michel Sablon, ensamblar un proyecto para generar a los talentos individuales que habrían mover millones de euros en los mercados de fichajes diez años después.
¿Reclutó Sablon a un ejército de visores para enrolar a los jóvenes más prometedores de Bélgica? ¿Impuso estrictas leyes para que los clubes locales debutasen un número determinado de futbolistas por temporada?
No, Sablon no hizo nada de eso. En cambio, trabajó con un número de universidades y centros de investigación científica como la de Lovaina, Gante y Lieja. ¿El objetivo? Diseccionar las características técnicas y atléticas de los jóvenes practicantes de fútbol en Bélgica: saber qué tipo de material humano había, y cómo podía mejorarse.
No más Wilmots y sí más Hazards. El énfasis habría de ser en pulir la técnica individual al máximo y desarrollar línea por línea el talento necesario para generar ataques y goles al por mayor. “Tener hombres capaces de superar a sus marcadores gambeteándolos era requisito básico”, mencionó Sablon.
La forma en que Yannick Carrasco enloqueció a Marcelo y a Dani Carvajal durante la última final de la Champions League es un solo un caso más de éxito. La forma en que Kevin de Bruyne avasalló a la defensa de Estados Unidos en Brasil 2014 es otro caso más. Habilidosos extremos como Dries Mertens del Napoli y Kevin Mirallas del Everton representan casos menos populares pero consistentes con la generación de cracks de Bélgica.
“El jugador debe funcionar dentro de un equipo, pero siempre desde un punto de vista individual”, declaró el entrenador de Bélgica sub-17. Sablon agrega: “a Hazard no le pidas que baje a defender. Él lo hacía posicionalmente con Mourinho y lo hacía bien, pero él está más cómodo con la pelota en los pies”.
Sablon ya trabaja en generar al Kevin de Bruyne de la próxima década: conocer qué requisitos pedirán clubes como el Mánchester City, el Barcelona, el PSG o el Real Madrid para comenzar a trabajar en los cracks de Bélgica del mañana. “Debes innovar porque de lo contrario retrocederás como Holanda”, remata Sablon, el generador de talento individual que abastece el mercado europeo.