La llama olímpica aterrizó en Japón, donde el recibimiento festivo ha sido reducido a la mínima expresión debido a la pandemia del coronavirus, que hace dudar sobre si Tokio podrá realizar los Juegos Olímpicos.
El fuego olímpico ya está en Japón
Saori Yoshida y Tadahiro Nomura recibieron la llama y la trasladaron a la Base Aérea de Matsushima.
La llama Olímpica ya está en suelo japonés. 🇯🇵
— #Tokio2020 en Español (@Tokyo2020es) March 20, 2020
🥇 Tadahiro Nomura 🥋 y Saori Yoshida 🤼♀ fueron los encargados de transportar el farol de #Tokio2020 en la Base Aérea de Matsushima, una de las áreas afectadas durante el Gran Terremoto del Este de Japón.#RelevoDeLaAntorcha 🔥 pic.twitter.com/9ie4ul83Pn
Los exatletas japoneses Saori Yoshida y Tadahiro Nomura recibieron la llama y la llevaron a través de una guardia de honor a un caldero en forma de flor de cerezo en un escenario frente a invitados seleccionados.
Sin embargo, unos 200 niños de escuelas locales que debían recibir la llama fueron mantenidos alejados como parte de lo que los organizadores llamaron la decisión "desgarradora" de reducir los eventos mientras el mundo lucha contra la pandemia de COVID-19.
"Nos rompe el corazón", había admitido el martes el director ejecutivo del Comité de Organización de Tokio 2020, Toshiro Muto, resignándose a anunciar medidas para limitar la propagación del coronavirus durante el relevo de la llama a través del país.
Ese fuego, símbolo de la unión de la humanidad en torno al espíritu olímpico, fue encendido sin público el pasado 12 de marzo en las ruinas de Olimpia, en Grecia. Durante su corto viaje por suelo griego se decidió detener los relevos por la alta afluencia de público, también como medida ante la pandemia.
Surgida en China en diciembre, la enfermedad ha provocado casi 9 mil muertes en todo el mundo, obligando al aislamiento de países enteros, mientras se disparan los temores a los temibles efectos en la economía mundial.
Comenzando su recorrido por Tohoku, la llama debía simbolizar la reconstrucción de las zonas castigadas por el gigantesco tsunami del 11 de marzo de 2011, que provocó además la catástrofe nuclear de Fukushima.