Desde la misma línea de salida, el noruego fue el único corredor que se mantuvo erguido mientras sus competidores se preparaban para que sonara el pistoletazo de salida para su serie.
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Mucho más impactante fue ver al joven de 23 años ceder casi 20 metros al resto de atletas cuando apenas iban dispuatos 100 metros de carrera.
A medida que avanzaba la prueba, Ingebrigtsen continuaba sentado al final del pelotón, incluso cuando los dos primeros lapsos de la carrera transcurrían de foema lenta y sin nadie dispuesto a esforzarse al frente para hacerle forzar la marcha.
Cuando quedaban unos 300 metros por recorrer, Ingebrigtsen todavía estaba en los puestos traseros antes de despertarse y en cuestión de segundos empezó a superar rivales con mucha facilidad, a pesar de correr por el exterior de la pista.
Después de 100 metros de verdadero esfuerzo, apagó los motores cuando aún quedaban 50 metros por recorrer y miró por encima del hombro para asegurarse de terminar entre los seis primeros de la carrera, para pasar directamente a las semifinales.
Su carrera se hizo viral en redes y los analistas han calificado lo hecho por el noruego, que terminó la prueba en medio de sonrisas, como “sobrehumano”, pero también muchos lo tildaron de “arrogante”, “grosero e irrespetuoso”.
Si Ingebrigtsen consiguiera títulos consecutivos, sería apenas el segundo hombre en ganar dos oros olímpicos en los 1.500 metros.
Eso sí, el verdadero Ingebrigtsen finalmente apareció el lunes dominando en las Semifinales, incluido a su rival británico Josh Kerr. Ambos se enfrentarán nuevamente por la medalla de oro en la final del miércoles por la mañana.
