México

    Azul fuerte, amarillo descolorido

    Cruz Azul se impuso claramente con su mejor futbol de la campaña, a un América que enseñó su lado más oscuro de lo que va del Torneo Apertura 2014.


    Por:
    TUDN

    Por Omar Carrillo H.

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    Aferrado como con pinzas del futbol de Pablo Barrera, al principio, y de Christian Giménez, al final, y con las casi providenciales intervenciones de Mariano Pavone, La Máquina ha dado un salto de calidad y, quizá, de ánimo en el torneo.

    Deshizo al líder en un duelo en el que estaba destinado, según la prensa y la afición, al matadero. Donde todo mundo esperaba que apenas sacara la cabeza para hundirla de nuevo en la tierra, La Máquina brincó sobre ellos echando tiros y goles a diestra, y siniestra.

    Su inicio de partido fue feroz, pero su cierre fue brutal, como un experto espadachín con cimitarra midiendo tiempos y formas con un primer ataque para sentir la fuerza del rival para al final no sólo desarmarlo y vencerlo, sino para hincarlo y dejarle en claro su superioridad.

    América exhibió el acumulado de sus vicios de la campaña. Se deshizo bajo la presión celeste y se desbarató sin gol. Había disfrazado su carencia de anotar con anotaciones provenientes desde la defensa y por sorpresa, pero una vez ocupados aquellos en su principal actividad, no hubo manera ante Cruz Azul.

    Y es que Gerardo Torrado, Joao Rojas, Xabier Báez y en especial Pablo Barrera mostraron una sorpresiva vena competitiva prácticamente inédita en el torneo, al igual que Formica y Pavone, éste de gran noche por donde se le vea.

    Presionaron desde la salida y se fueron generando espacios bien pronto, antes del primer gol ya habían armado hasta cuatro chances de anotar. Pero a los 15 minutos, Barrera tomó el balón por derecha sirvió a Formica que de primera dio el balón a la entrada de Pavone que anotó. Suficiente para desbordar a las Águilas. Un gol para ubicar el juego en una realidad inesperada.

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    Antonio Mohamed quiso corregir los arribos de Barrera por la banda derecha sacando a Mares y colocando a Layún de lateral izquierda, había iniciado en el medio campo por derecha.

    Algo ganaron las Águilas con el ingreso del colombiano y los primeros minutos de la segunda mitad el balón fue suyo, pero si Rey dio claridad a la ofensiva americanista, ninguno de ellos tuvo la calma de talento para empujarla. Corona, Pinto, ‘Maza’, Domínguez y Flores, que ingresó por Chávez, aguantaron y gestaron lo que estaba por venir.  Todo fue saliendo impensablemente bien.

    Si Barrera enseñó el camino, Giménez lo alumbró. Ingresó a los 59 minutos y siguió la obra de Barrera, preocupando y ocupando al rival, aunque seguía el asedio sobre su arco.

    Pero la bestia se agazapaba para atacar y finalmente saltó sorpresiva e inesperadamente, justo cuando más ocupado estaba el rival tratando de empatar en los últimos minutos.

    Joao Rojas centró por derecha, Pavone trompicó a Goltz y el balón pasó de largo de ellos dos, y de Moisés Muñoz que se perdió en la jugada. Giménez empujó el balón dócilmente a las redes a los 84’.

    América cayó sin forma en ese instante como a un títere que le han cortado los hilos, incapaz de reincorporarse. 

    Tres minutos después, Giménez cedió a Pavone, éste a Flores y la goleada cobró forma. Entregado América, hubo tiempo para uno más a los 93’, Giménez cedió a Rojas y este disparó para batir, de nueva cuenta, a Muñoz.

    Aquel fue un mazazo al juego y al ego americanista. Un golpe de autoridad y un aviso a todos: La Máquina vive en la parte decisiva del torneo.

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