NEWPORT, Estados Unidos, Mar. 31, 2016.- Había corredores de todos los tamaños, formas y edades, de cinco a 99 años. El festejo del 4 de julio, Día de la Independencia, incluyó una carrera en las que los participantes lucían camisetas, pantalones y cintas en la cabeza con la bandera de Estados Unidos. Para los competidores, la corrida de 5 kilómetros por una destilería de whiskey de Kentucky, en la que se recaudaban fondos para los fuegos artificiales de la noche, era una diversión.
El dopaje cada vez más presente
El dopaje es una seria amenaza para el deporte, ya que cada vez más atletas recurren a él
Para un grupo de kenianos en muy buena forma, era un negocio.
Los corredores todavía trataban de recuperar el aliento tras la prueba Great Buffalo Chase del 2015 cuando Lilian Mariita subió al podio, feliz con los 2.500 dólares que acababa de ganar. Pero su vida de trotamundos que compite en pruebas pequeñas por todo el país y le permite enviar dinero a su familia en una polvorienta aldea de Kenia, estaba a punto de desmoronarse.
La Agencia Antidopaje Estadounidense normalmente no hace controles en corridas como la de Frankfort. Pero esta vez sus agentes estaban esperando a Mariita. Alguien los había alertado de que podían encontrar algo.
Los exámenes detectaron esteroides en las muestras de orina de la corredora, que fue suspendida por ocho años. A los 27 años, su carrera se había acabado y debía regresar a Nyaramba, el pueblito de la zona occidental de Kenia del que se había ido en el 2011 para competir en Estados Unidos.
"Dependía de este dinero. No sé qué será de mí ahora", expresó Mariita en una entrevista en la modesta vivienda que se construyó con el dinero ganado en Estados Unidos.
"¿Qué haré ahora? ¿Qué voy a comer?", preguntó entre sollozos, con su hija de dos años, nacida en Kentucky, a su lado.
La federación internacional de atletismo (conocida por sus siglas en inglés, IAAF), tiene ahora en la mira a la agente de Mariita, Larisa Mikhaylova, y a los kenianos y etíopes cuyas carreras maneja desde Kentucky.
El modelo de negocios de Mikhaylova es sencillo: a cambio de una participación en las ganancias, inscribe a los corredores en pruebas pequeñas a lo largo y ancho del país, que pueden ganar y llevarse algunos dólares. Son pruebas que generalmente no tienen dinero para realizar controles antidopaje.
Sus corredores han ganado numerosas carreras y los análisis antidopaje de varios de ellos han dado positivo, casi siempre en México. En una entrevista con la Associated Press Mikhaylova aseguró que ella no ha cometido irregularidad alguna y que inscribe a los corredores solo en pruebas de Estados Unidos. Cuando compiten en México, lo hacen por su cuenta. De todos modos, muchos directores de carreras dijeron a la AP que no aceptan corredores dirigidos por ella. Tres kenianos que trabajaban con ella dieron positivo desde el 2012.
"Estamos trabajando con la agencia antidopaje en ella y en ese grupo en particular", dijo Kyle Barber, coordinador de los análisis fuera de competencia. "El objetivo es hacer que deje de trabajar, que no siga involucrada con el deporte".
Jynocel Basweti, el padre de la hija de Mariita, dio positivo en un maratón corrido en México en el que se le detectó un esteroide usado en una medicina para animales. A Nixon Kiplagat Cherutich se le detectó un derivado del esteroide nandrolone, también en México. Y a Mariita la pillaron dos veces con sustancias prohibidas, una en México y otra en Frankfort, Kentucky, en un lapso de ocho meses.
Sus casos reflejan un poco la crisis del atletismo keniano, que ganó 11 medallas en los Juegos Olímpicos de Londres en el 2012 pero desde entonces le han suspendido 40 corredores por violaciones relacionadas con el dopaje.
La respuesta de las autoridades del atletismo keniano no ha sido satisfactoria y la Agencia Mundial Antidopaje le ha dado hasta el martes de la semana que viene para acatar los lineamientos internacionales para combatir el dopaje. Si no lo hace, sus atletas podrían ser suspendidos, como los rusos.
La IAAF ya suspendió a buena parte de la cúpula de la federación keniana. La batalla contra el dopaje, no obstante, no es responsabilidad exclusiva de la federación keniana. Solo cinco de los 38 atletas suspendidos vivía en Kenia. El resto vivía y competía afuera.
La cultura del dopaje parece haber prendido fuerte en corredores de segundo y tercer nivel, que corren sobre todo en el exterior, no se someten a controles regulares y no van a competir en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro. La IAAF dice que está investigando otros grupos de corredores que compiten en Estados Unidos y México, y que está trabajando para hacer que los controles en este último país sean más efectivos.
Hay agentes que "viajan a Kenia para reclutar atletas" e inscribirlos en pruebas en las que casi no hay controles, expresó Barber.
"Sabemos que los están explotando. Estamos identificando esos grupos. Hemos detectado patrones", declaró a la AP. "La gente que maneja estas operaciones sabe lo que hace. Lo planifican todo cuidadosamente".