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    Fidel Castro y su estrecha relación con el deporte

    Más allá de lo político, Castro fue un impulsor del deporte cubano colocando a la isla como una potencia mundial.


    Por:
    TUDN


    Video El fútbol, la 'pasión' oculta de Fidel Castro
    Pocos recuerdos se tienen del líder cubano como aficionado al fútbol, pero el balompié dejó una huella importante en la vida de Castro Ruz.
    0:47 mins

    El líder de la revolución cubana, quien murió a los 90 años, le dio al deporte un papel protagónico durante su casi medio siglo de mandato. Amante del béisbol, el boxeo, el fútbol y el baloncesto, Castro hizo lucir al deporte cubano de una manera especial en toda Latinoamérica.

    Deportista desde siempre, Castro probó suerte en varias disciplinas. En su juventud fue delantero del colegio Belén, en La Habana, y aunque no era precisamente un dotado con la pelota, su rudeza, altura y fortaleza le ayudaban a marcar goles.

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    “Fidel era un futbolista de calidad regular. Pero era corpulento, musculoso, un jugador muy fuerte y, sobre todo, muy bravo. Ocasionalmente jugaba. No era un jugador titular en el equipo, pero le gustaba el fútbol”, dijo al diario El País Armando Montes de Oca Arce, quien fuera compañero de Fidel en ese equipo.

    Fidel Castro en compañía Camilo Cienfuegos en un partido amistoso con el equipo Barbudos tras la revolución cubana.
    El presidente Castro practicando baloncesto con jóvenes promesas.
    El político tenía un buen brazo derecho para el béisbol, aunque nunca destacó a nivel de un profesional.
    Ya como figura política, Castro se dio tiempo de practicar el baloncesto en diferentes sitios, como aquí, donde se le ve jugando en una explanada en Cuba.
    Fidel Castro también se dio tiempo de incursionar en el boxeo, tanto practicando como codeándose con figuras como el multi campeón Pedro Carrión.
    En lo que se refiere al fútbol, Castro practicó este deporte en su juventud, donde jugó como delantero como lo hiciera Maradona, a quien tuvo el agrado de conocer en persona.
    El astro argentino tuvo una gran amistad con el presidente cubano, a quien consideró como un segundo padre.
    Aquí vemos a Fidel en compañía de la selección nacional de béisbolen 1999, el combinado de la isla lució en los Juegos Olímpicos de 1992, cuando derrotaton a EEUU en la final.
    Pese a su edad y malestares físicos, Castro siempre se dio tiempo de practicar y fomentar el deporte para las nuevas generaciones.
    Los años no fueron pretexto para dejar al deporte, aquí lo vemos previo a un turno al bate en un partido de exhibición en su natal Cuba.

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    Imagen Getty Images
    Fidel Castro en compañía Camilo Cienfuegos en un partido amistoso con el equipo Barbudos tras la revolución cubana.


    Ya en el poder se le observó principalmente jugando béisbol o básquetbol. Un decreto firmado en 1961 hizo que el deporte fuera obligatorio en los colegios y así lo convirtió en una de las banderas de la revolución. Su iniciativa permitió desarrollar talentos que convirtieron a la isla en constante protagonista de las competencias internacionales. Hasta hoy y desde 1954, Cuba suma 77 medallas de oro en Juegos Olímpicos, 65 de plata y 71 de bronce.

    Castro hizo crecer el talento en el béisbol y en el boxeo, principalmente. De hecho, uno de los momentos memorables del deporte cubano se vivió en los Juegos Olímpicos de Barcelona, en 1992, cuando la selección de béisbol de Cuba derrotó a Estados Unidos y se colgó la medalla de oro.

    Décadas después, ese mismo deporte uniría a las dos naciones con un emotivo juego entre Tampa Bay y la Selección Cubana, el 22 de marzo de 2016. Castro no asistió al juego por problemas de salud, pero su hermano Raúl y Barack Obama enmarcaron un momento histórico. “EEUU y Cuba comparten muchas pasiones y valores comunes”, dijo Obama antes del enfrentamiento entre las novenas.

    En un partido de béisbol cargado con ribetes simbólicos y que contó con la presencia de los presidentes Barack Obama y Raúl Castro, los Rays de Tampa Bay derrotaron el martes 4-1 a la selección cubana dentro de la primera visita de un equipo profesional de Estados Unidos a la isla comunista desde 1999.
    James Loney disparó un jonrón y produjo tres carreras, mientras que Matt Moore y los lanzadores de Tampa Bay maniataron a los cubanos hasta que Rudy Reyes conectó un jonrón en el noveno inning.
    Pero el juego no será recordado por el resultado, sino por los dos mandatarios sentados en la primera fila del Estadio Latinoamericano. La concurrencia rugió cuando Obama y Castro ingresaron al estadio para luego dirigirse a sus asientos detrás del plato. "¡Raul! ¡Raúl!", coreó la gente.
    Mientras los dos países tratan de atenuar más de 50 años de enemistad por la Guerra Fría, la imagen de Obama y Castro sentados juntos fue notable. Obama lució una camisa blanca con lentes de sol. Castro fue más formal, vestido con un blazer.
    Se guardó un minuto de silencio en tributo a las víctimas de los atentados terroristas en Bruselas.
    Obama hizo la señal de quieto cuando Kevin Kiermaier se deslizó en el plato para anotar la primera carrera, y luego le estrechó la mano a Castro. Los gobernantes tomaron parte cuando los espectadores hicieron "la ola" al inicio.
    Rara vez tanta pompa y circunstancia rodeó un mero partido de exhibición. Derek Jeter y Dave Winfield, dos jugadores con placas en el Salón de la Fama del deporte, y el comisionado de las Grandes Ligas, Rob Manfred, se encontraban entre los presentes.
    Antes del primer lanzamiento, los jugadores de los Rays caminaron desde su caseta para saludar a la primera dama Michelle Obama y a su hija Sasha. Le entregaron flores y banderitas cubanas, que colaron a través de la malla protectora. "Gracias a ustedes", dijo el presidente.
    Tanto Obama como Castro se retiraron tras el tercer inning, con Obama rumbo al aeropuerto para dirigirse a una visita de estado en Argentina. Pero las tribunas se mantuvieron colmadas hasta el último out.
    Aunque el equipo local se quedó debiendo a la hora de anotar carreras, el colorido en el estadio fue sobresaliente. Un grupo de niños con uniformes de beisbolistas escoltaron a los jugadores para las presentaciones.
    Cantores vestidos de blanco entonaron los himnos nacionales de ambos país, y se dejó soltar una bandada de palomas desde las gradas del jardín central. Las banderas de Cuba y Estados Unidos ondeaban encima del marcador.
    El estadio, conocido como "El Latino" fue objeto de arreglos previo a la visita de los Rays, luciendo radiante. "Está lindo. El terreno se ve maravilloso", dijo Guillermo González, estudiante universitario de 18 años. "Estamos celebrando una unión de dos pueblos, entre Estados Unidos y Cuba. Es maravilloso".
    La entrada fue gratis, con los boletos repartidos a cubanos por medio de organizaciones, como grupos estudiantiles y oficinas. Eso esencialmente garantizó una concurrencia bien portada, sin opositores al gobierno que protestaran.
    Para el jardinero de los Rays Dayron Varona, el juego representó regresar a casa. Varona nació en La Habana y pasó siete años en la liga nacional antes de escapar de la isla en bote, rumbo a Haití en 2013. Pudo ver a varios familiares por primera vez desde entonces.
    "No lo podía creer hasta que abracé a mi sobrina", dijo Varona el lunes tras encontrarse con sus parientes en Cuba. "Fueron tres años sin verlos, fue algo muy emocionante, pero también muy doloroso". Varona fue el primer bateador el martes. Elevó a primera base y recibió un aplauso cortés.
    Luis Tiant, un lanzador que brilló en las Grandes Ligas en una carrera que abarcó entre 1964-1982, y Pedro Luis Lazo, legendario pitcher de Pinar del Río y la selección cubana, hicieron los lanzamientos ceremoniales.

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    Imagen AP
    En un partido de béisbol cargado con ribetes simbólicos y que contó con la presencia de los presidentes Barack Obama y Raúl Castro, los Rays de Tampa Bay derrotaron el martes 4-1 a la selección cubana dentro de la primera visita de un equipo profesional de Estados Unidos a la isla comunista desde 1999.

    El boxeo también tuvo un rol protagónico durante el mandato de Castro. Se hizo escuela y se creó un estilo único, reconocido en todo el mundo. El boxeo cubano, con su sistema de golpes con números nones y pares, fue indescifrable en un principio e imitado hasta la fecha. Castro se reunió con figuras como Muhammad Ali, pero siempre presumió los puños de Teófilo Stevenson (campeón olímpico en Munich 72, Montreal 76 y Moscú 80). La pelea entre los dos pesos completos más espectaculares de la historia jamás se concretó.

    Y qué decir del atletismo, que lució en el mandato de Castro con Alberto Juantorena, quien ganó las carreras de 400 y 800 metros en Montreal 1976.

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    El fútbol, que recientemente vive un crecimiento en la isla, no se desarrolló como se esperaba, pero ‘El comandante’ mantenía una estrecha relación con Diego Armando Maradona, con el que dialogaba sobre política y sobre planes para impulsar en la niñez el gusto por ese deporte. Hoy el astro argentino ha lamentado su muerte con pocas palabras: "Era el más grande, lo sabía todo".


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