Los Astros y los Dodgers desbordan batazos y emociones en el Juego 5 de la Serie Mundial
Houston se impuso 13-12 a Los Angeles el 10 entradas para adelantarse 3-2 en la serie y quedarse a una victoria del campeonato de las Grandes Ligas.
Iba a ser un duelazo de pitcheo. Iba a ser un concierto de ponches. Iba. En la realidad, fue probablemente el partido más emocionante que se haya visto en una Serie Mundial, con 25 carreras, con un festival de batazos y con unos Houston Astros que viajan a la casa de los Dodgers de Los Angeles con ventaja de 3-2.
Nadie se habría imaginado que un partido con Clayton Kershaw y Dallas Keuchel como abridores acabaría con marcador de 13-12, pero así pasó. Simplemente inexplicable y absolutamente emocionanante.
Si la misión de los Astros de tener enfrente a Kershaw era difícil de antemano, el estelar lanzador de los Dodgers salió del dugout con ventaja de tres carreras.
Logan Forsythe aprovechó que tuvo la casa llena y conectó un sencillo al izquierdo productor de dos carreras, al llevarse a Chris Taylor y Justin Turner. Acto seguido, Forsythe intentó un robo de base y Keuchel reviró a primera, pero el tiro a segunda de Yuli Gurriel fue muy malo y provocó que el corredor llegara y que en bola ocupada llegara Yasiel Puig a home para el 3-0.
Kershaw no dio su brazo a torcer y se mantuvo dominante, acorde a lo esperado. En el primer tercio de partido sólo aceptó un imparable y sus compañeros le brindaron más apoyo en la cuarta entrada, cuando Forsythe anotó gracias a un sencillo de Austin Barnes el 4-0 parcial.
Sin embargo, Houston le encontró la pelota a Kershaw en la cuarta baja. Con hombres en primera y segunda, Carlos Correa conectó un doblete por jardín izquierdo y llevó a la registradora a George Springer y a José Altuve a tercera.
Pero eso no fue todo. De inmediato, Gurriel lavó su error de la primera entrada y pegó un batazo poderosísimo que quedó más cerca del techo que del piso por la pradera izquierda. Correa, Altuve y el propio Gurriel, en cuestión de minutos, hicieron ver vulnerable a Kershaw.
Cuatro entradas, 4-4 y había partido nuevo, con un Kershaw dañado y los Astros dependiendo de su inestable bullpen.
Lo que se pronosticó como un duelo de pitcheo, terminó como un festival de batazos. Sí, como todos los juegos de esta Serie Mundial, excepto el primero. El partido se rompió y entró en una vorágine que parecía no tener fin.
Porque apenas en la quinta, Cody Bellinger conectó un cuadrangular de tres carreras, pero la respuesta de los Astros fue inmediata con un batacazo similar de Altuve ante Kenta Maeda, quien recién había entrado a apagar el fuego que dejó Kershaw con dos hombres en base.
Bellinger volvió al ataque en la séptima con un triple que llevó a home a Enrique Hernández para el 8-7, pero si pensábamos que la fatídica sería para los locales, un infame relevo de Brandon Morrow permitió cuatro hits y cuatro carreras sin siquiera sacar un out: pasaron Springer con un homerun, Altuve con un doble y Correa con otro cuadrangular para aplastar al relevista más confiable de los Dodgers y poner la pizarra 11-8.
En la octava, Corey Seager acercó a los Dodgers con un doblete para que anotara Joc Pederson, pero, de nuevo, los Astros no dieron pie a que fuera a más, porque Brian McCann se voló la barda en solitario para marcar el cuadrangular 21 de esta Serie Mundial y empatar el récord histórico que ostentaba el Clásico de Otoño de 2002 entre los Angels y los Giants.
Pero los Dodgers no se dejaron caer. En la novena, el bat de Yasiel Puig despertó para pegar un cuadrangular de dos carreras -el 22- y llevarse por delante a Cody Bellinger, y después un sencillo por el central de Chris Taylor empujó a Austin Barnes. Sí, 12-12. Sí, nueve entradas, 24 carreras y casi 400 lanzamientos no bastaron para definir qué equipo viajaría a Los Angeles con la ventaja. Ya nadie se acordaba que Clayton Kershaw y Dallas Keuchel eran los abridores. Ya sólo un pestañeo podía acabar con todo.
Y ese pestañeó llegó en la décima. Con hombres en primera y segunda, Alex Bregman partió el diamante en dos y llevó a Derek Fisher a home para dejar tendidos a los Dodgers y a su cerrador estelar Kenley Jensen.
¿El mejor partido en la historia de la Serie Mundial? Quizás. ¿El más emocionante? Que no les quede duda: 5 horas y 17 minutos y 417 lanzamientos después, los Astros ya pueden presumir que están a una victoria de su primer campeonato.