Se llegó a Rusia nuevamente con la esperanza de lograr ese tan anhelado quinto partido de la Selección Mexicana en un Mundial y nos volvimos a ir con ese sabor amargo que arrastramos desde hace más de 20 años.
De la euforia a la tristeza en Rusia
Como cada cuatro años se llegó con la ilusión de que México trascendería en la Copa del Mundo, pero nuevamente se queda en la orilla.
Todo arrancó desde el sorteo mundialista en diciembre pasado, que al ver los rivales del Tri nos provocó incertidumbre y tal vez miedo de ni siquiera avanzar a octavos de final, pero de todas formas miles de mexicanos hicieron el viaje.
México dejaba muchas dudas en su camino a la Copa del Mundo con partidos regulares y malos, y Juan Carlos Osorio siempre fue cuestionado por su innumerables rotaciones en el equipo, pero esa ilusión de cuartos de final no se apagaba.
Días antes del arranque de la justa mundialista, la calles de Moscú se abarrotaron de mexicanos y contagiaban su alegría a personas de otros países que llegaban a disfrutar del Mundial.
La espera fue larga, pero llegó el 17 junio y el debut del Tri ante el campeón del mundo, Alemania, y todo era euforia por conseguir boletos en la reventa para ver ese partido.
Previo al duelo se escuchaba que los fieles aficionados se conformaban con el empate o por lo menos salir del juego sin ser goleados.
Y en Luzhinski ocurrió lo impensable, una victoria del Tri ante Alemania con gol del ídolo de los mexicanos, Hirving Lozano.
Las calles de Moscú se abarrotaron de seguidores de la Selección Mexicana tras el triunfo, y no solo los aztecas festejaban, sino también rusos, argentinos y brasileños.
El fervor crecía cada que hora que pasaba para el segundo encuentro ante Corea del Sur. Miles de mexicanos viajaron a Rostov como pudieron para ver un triunfo más del Tri que provocó la algarabía en Rusia y en México.
Crecía la esperanza de que se podría llegar al quinto partido y el ánimo de l afición estaba por las nubes y por primera vez se coreaba el nombre de Juan Carlos Osorio.
La siguiente parada fue Ekaterimburgo, ahí México buscaría amarrar su pase a octavos y hacer historia ante Suecia, ya que si ganaba lograría lo que nunca, ganar sus primeros tres juegos del Mundial.
Pero vaya sorpresa, Suecia en pocos minutos le hizo tres goles al Tri que cayeron como un balde agua fría. Mexico estaba al borde de la eliminación y todos rezaban para que Alemania no venciera a los Coreanos.
Y apareció el milagro en Kazan, los campeones del mundo perdían con los asiáticos y quedaban fuera para que Mexico se metiera a la siguiente fase, pero con un sabor amargo de no lograr el liderato del grupo.
Ahora México se jugaba la llegada al quinto partido ante un viejo conocido, Brasil.
Los pentacampeones no asustaban ni a jugadores ni a los seguidores aficionados, en el ambiente se percibía confianza de que la selección daría un duro golpe, sin embargo, las cosas no fueron como se pensaban.
Por primera vez en el Mundial, los mexicanos no eran mayoría en Samara, pero en los himnos se mostró que los aztecas eran más ruidosos y daba la sensación que eran locales.
México salió a jugarle al tú por tú a Brasil, un primer tiempo aceptable, aunque los segundo 45 minutos el equipo ya no pudo y cayó por 2-0, con un gol de Neymar, quien fue el jugador más abucheado por su teatro en el campo.
Nuevamente los mexicanos salieron con esa misma cara de decepción y algunas lágrimas que aparecen cada cuatro años en los mundiales.
Se acabó el Cielito Lindo y las innumerables porras de los mexicanos, y ahora es momento de hacer las maletas hacia México y no a Kazan como se deseaba.
Qatar nos espera en unos años, y, seguramente, otra vez miles la afición mexicana hará lo posible por ir a un exótico país con la misma ilusión de cada Copa del Mundo.